Despertar la CONCIENCIA es hacerse consciente de sí mismo. Es reconocerse como espíritu y alma. Es experimentar en sí mismo, la profundidad del Ser como esencia divina.
Cuando ocurre esto, dejamos de sentirnos el centro del mundo, con nuestras exigencias egoístas y comenzamos a fijarnos en los demás como iguales, con nuevos sentimientos de simpatía y afecto. Comenzamos a darnos cuenta de que nada es casualidad y comenzamos a ver las señales y oportunidades para nuestro avance.
Tomamos Conciencia poco a poco de nuestro yo: observamos cómo funciona el ego, la mente, cómo reaccionamos emocionalmente, cómo los pensamientos nos dominan, todo ello conformando nuestra personalidad, y nos hacemos conscientes que nuestra infelicidad y angustia es debido principalmente porque estamos cargados de energías (emocionales) tóxicas negativas …
Ahora viene el despertar de la Conciencia … como una Luz que estalla en nuestro cerebro y nos hace ver con claridad:
«Yo no soy mi mente. Tengo una mente a mi servicio… Yo Soy algo más que mi cuerpo físico. …»
El punto de encuentro con nosotros mismos está en el centro del Corazón espiritual mientras estamos en el proceso de purificación y de des-identificación. Ahora toca deshacerse de todo lo que nos ha condicionado y limitado.
Nos ocupamos de nosotros mismos con responsabilidad y amor para cambiar los viejos programas de creencias y pensamientos rígidos. Comienza a nacer en nosotros la compasión; no juzgamos a los demás ni a nosotros mismos… al menos, ahora somos conscientes y rectificamos, sin castigarnos: estamos en el Camino.
La ansiedad ha sido eliminada. No existen más miedos. Todo eso solo eran fantasmas…
La compasión nos envuelve y diluye instantaneamente cualquier falta y sentimiento de culpa, tan poderosa es su energía. Nos renueva … Ahora ya -con nuevos hábitos y nueva actitud- actuamos y fluimos de forma estable. en armonía, sintonizados con las energías universales del Amor Incondicional.
Desde la confianza absoluta. Conectados nuestro corazón y mente superior a la Conciencia Suprema.
Somos Conciencia, porque ese es el mayor atributo de nuestro espíritu.
