La valentía de rectificar

hombres uno con luzAceptar que no somos héroes infalibles nos quita un peso de encima. No tener que disimular ni fingir que lo sabemos todo, nos hace ahorrar energía. No tener que guardar una imagen de seres perfectos y bondadosos que viven en un mundo magnífico de felicidad, nos hace destensar y relajarnos física y mentalmente.

Hemos oído muchas veces decir que rectificar es de sabios. Pero, si no aprendemos la lección al cometer un error y repetimos una y otra vez el mismo fallo, -no queriendo reconocerlo- la situación se hace preocupante.

Corregir lo dicho, rehacer lo hecho, enderezar el rumbo, siempre nos va a hacer mejores. Vivir la vida desde ese sentimiento, sin cargas de culpa, nos hace libres.

Tener la capacidad de perdonarnos y perdonar a los demás, entendiendo y aceptando que nada ni nadie en esta vida es perfecto; nos hace libres.

Y ante un error, tomar conciencia y preguntarnos «¿qué enseñanza hay aquí para mí?, ¿Qué puedo aprender de esta situación?». Y rectificar. Ese acto es el que nos hará crecer y sentirnos bien con nosotros mismos.

Nuestro Ego es el que se debate y resiste para que no salga a la luz que se ha equivocado. No quiere reconocer sus fallos ni debilidades -cuestión de amor propio desmedido-.

No pasa nada. Al contrario, nos sentiremos liberados en ese reconocimiento o confesión «me he equivocado» … «no lo he sabido hacer» … «perdón» … «lo hice sin pensar, no volverá a suceder» …

No pasa nada. Al contrario, reconocer que nos hemos equivocado, es liberador. Es un acto de valentía y de humildad a la vez.

Seamos valientes para reconocer nuestros errores. No pasa nada. La vida sigue, no nos castiguemos,  no perdamos el paso.