Me pide cita por teléfono un hombre de mediana edad que hace un año atendió un curso mío pues se encontraba con una depresión y ansiedad muy grande por haber perdido su puesto de trabajo. Al oírle con voz nerviosa e intranquila le dije viniese esta misma mañana. Llegó con una libreta y me cuenta sin preámbulos que ha participado en un curso de «coach» donde 18 personas de clase media han pagado 200 euros por el fin de semana y se comprometieron a continuar el curso tres meses teniendo que pagar cada uno 700 euros.
La mujer que da el curso ha sido presentada por el ayuntamiento del pueblo y viene de Estados Unidos aunque es de origen español. Llamaré Manolo a este hombre que ha venido en busca de claridad mental a lo que -por todo lo que me ha explicado- parece la misma confabulación del diablo.
En primer lugar, tuvieron que firmar un papel que todo lo que se hablase en el curso era secreto y no se podía comentar fuera de él. En segundo lugar, tuvieron que firmar que una vez dentro del curso no podían abandonarlo y de hacerlo el grupo se disolvería inmediatamente, para perjuicio de los demás. Y más cosas que no sigo para no extenderme demasiado.
Luego siguieron toda una serie de ejercicios y juegos que servían para que la «entrenadora» -en su poder otorgado de líder absoluto- humillase y manipulase las mentes de los participantes.
El pobre Manolo vino a mí diciéndome se sentía totalmente confundido y revuelto mental y emocionalmente. Que vio lo peligroso que puede llegar a ser el que algunos se tilden de maestros y causen estragos entre la gente llana y confiada. Se dio cuenta de qué forma sutil pueden emplear algunos desalmados para hacer caer en trampas económicas a través de la manipulación emocional. Tácticas bien diseñadas primero para encandilarte, deslumbrarte y luego someterte totalmente, usando tu propia candidez.
Me tuve que reir por dentro de constatar cómo el ser humano cae en sus propias trampas: En el curso que yo impartía, todos se quejaban de que tenían problemas económicos y sólo abonaban 20 euros mensuales o venían de forma gratuita. Pero cuando se les promete el paraíso en la Tierra, se venden las joyas de la abuela y pagan sin rechistar ¡700 euros! por un curso de «crecimiento personal» o coach como se dice ahora.

Sería bueno poder conocer el nombre de la maestra, para identificarla