
En la medida en que hacemos nuestra andadura -aprendiendo de la vida- nuestro pasado también se va modificando. ¿Cómo es eso?
Es verdad que el pasado no se puede cambiar, pero sí se puede cambiar la forma de interpretarlo y recordarlo. Cuanta mayor comprensión más compasión. Cuanto mayor entendimiento más capacidad de perdonar.
Dejando el pasado atrás aligeramos nuestra carga emocional.
Nuestra historia pasada debe quedar atrás, comprendiendo que no somos los mismos, que las circunstancias fueron bien distintas. Nuestra trayectoria sigue su curso. La vida se encarga de enseñarnos.
Es verdad que existen hechos del pasado que produjeron consecuencias dolorosas o injustas. ¿No crees que es momento de soltar esa carga y aceptar, perdonar y trascender lo sucedido?
Aprendiendo a gestionar las emociones. Siempre de frente, sin eludir las verdades. Sin escapar de las responsabilidades. Pero saliendo emocionalmente de lo que ya no existe. Sucedió.
¿Estás dispuesto a hacer tu parte? Todos merecemos vivir con plenitud y en paz para poder construir -en nuestro presente- la vida de nuestra elección.



Estar «infectado» o «intoxicado» o «envenenado» o «asfixiado» sucede cuando el Miedo nos domina, y si se ha instalado en la mente o en el corazón los síntomas son de ansiedad y angustia profunda.
La vida exige riesgo. La vida es un campo de posibilidades. Nuestra actitud debe ser la de un guerrero al acecho de la oportunidad al mismo tiempo que la contempla desde el desapego.
¿ Qué se puede hacer cuando el pasado dirige nuestra vida, anulando el presente y condicionando el futuro?
Cuando somos capaces de generar energía vital, almacenarla y dirigirla, comienza a resultar fácil movernos hacia nuestro mundo interior para luego actuar en el mundo exterior con seguridad y firmeza.

