El Hombre y la Mujer.

abrazoTengo muy presente en mi memoria y ha sido mi referencia y patrón de vida, la situación y comportamiento de la mujer hace cincuenta años atrás. El mantenerse en segunda fila y en silencio era lo normal entonces aunque, como siempre, también hubieron mujeres de mucho carácter que eran las que manejaban los entresijos familiares. Pero la mujer en general, como tal, siempre estuvo relegada y la inmensa mayoría tenía asumida su posición y condición infravalorada.

El que no hubiese equilibrio entre las energías femeninas y masculinas. El que los hombres dominasen utilizando inclusive la fuerza bruta, desestabilizó el orden natural del propio ser humano en las familias y en las sociedades, llegándose a perder totalmente el respeto y el sentido de ecuanimidad entre ambos géneros.

Honro y valoro a todas esas mujeres -que han sido nuestras abuelas y madres- que desarrollaron una sabiduría extensa y profunda, como la paciencia y muchas otras virtudes como el silencio y el sacrificio desde el amor incondicional. Todo ello las fortaleció interiormente.

La «rebelión» llegó en su momento, cuando la mujer pudo independizarse económicamente. Muchos cambios favorables se han conseguido, indudablemente. Pero también es verdad que el péndulo de la represión hizo que se moviese hacia el otro extremo y se mal usó esa estrenada libertad en algunos sentidos y muchas mujeres adoptaron los mismos patrones que las oprimieron, como revancha….

Al no tener otras referencias a la vista, de sus propios valores y de su propia naturaleza, la mujer en su búsqueda por la libertad tan ansiada, comenzó a imitar al hombre y a rivalizar con él. El resentimiento ciega, tenemos que transformarlo como combustible para nuestro propio crecimiento. Y así lo han hecho tantísimas mujeres de vanguardia. La inmensa mayoría siguen siendo heroínas como mujer-madre-esposa-trabajadora, sin desfallecer en su tarea.

Se va avanzando, es verdad, pero que nuestras miras estén por recuperar la fortaleza y naturaleza de la energía femenina que es receptora, guardiana de lo interno, sabia, ternura, sacrificio, sanadora, amor, sensibilidad, generosidad, intuición…

Y además, complementarla con la naturaleza del hombre, que es el hacedor, el guardián de lo externo, el guerrero, el que pone orden, el que conquista desde la creatividad, … todo ello cuando está en el centro de su Ser.

La madurez emocional es necesaria para salir de relaciones alimentadas desde el rencor y el despecho. Ambos, hombres y mujeres, tenemos que crecer y posicionarnos desde nuestro Ser. Debemos sanar los patrones heredados. No olvidemos que los hombres hoy en día, tampoco tienen una referencia clara de su naturaleza, deben ser guiados y educados nuevamente, se sienten confundidos.

Superemos de una vez por todas la rivalidad entre hombres y mujeres. Valoremos y respetemos la naturaleza de cada uno. Debemos complementarnos. No estamos compitiendo en la vida, cada uno cumple su función. No somos adversarios.

El CAMBIO debe darse para que tomemos conciencia de nuestra naturaleza y valores.

Unirnos sinceramente desde el Amor.

La madre ausente

mujer madre2Hablar de la madre ausente me toca de lleno, así que no es fácil. He tenido una madre ausente y yo jugué el mismo patrón sin ser consciente de ello.

Es cuando los hijos te pasan factura cuando comienzas a darte cuenta, no sólo de cómo han influido en ellos tus propias carencias sino también cómo las historias se repiten dentro de la familia. Y te sorprendes al experimentar tan de cerca el asunto de los «patrones heredados» … creías que lo estabas haciendo -si no bien- al menos haciéndolo lo mejor que sabías y podías pero … los que vienen detrás reclaman que revises tu proceder, no les sirve que pidas perdón cien veces; han sido lastimados, arrastran traumas, han sufrido y TÚ como madre ¿dónde estabas?

Perpetuar el título de «madre ausente» me parece injusto. Cuando mi madre comenzó a perder la memoria inmediata y ésta quedó anclada en su niñez tuve la oportunidad de conocer, a través de ella misma, su historia. Se casó con 17 años, siempre fue una mujer callada, viviendo a la sombra de su marido. No recuerdo haber tenido alguna conversación con ella ni en mi niñez ni en mi adolescencia. Fue una «madre ausente», y esa fue mi referencia como madre.

Estos últimos años he aprendido a amarla. A aceptarla, sentir compasión y pedir perdón por ella y por mi. Su propia madre no tuvo tiempo para dedicarle a la cantidad de hijos que tuvo; tenía que atender el negocio de panadería todo el día. Así que ella misma no tuvo referencias de una madre amorosa porque las circunstancias de la vida eran muy duras en aquel entonces.

Es verdad, yo tampoco he estado. He cargado con la enorme culpa muchos años. Y acepté silenciosamente la revancha de indiferencia hacia mi; parece ser que los hijos tienen ese derecho de castigar a la madre mientras son adolescentes. Ya les llegará el momento de madurar.

Yo me pregunto ahora, cuando los hijos ya son mayores ¿se han parado a averiguar dónde estaba la madre?, ¿Cómo estaba?, ¿Qué hacía?

Seguramente no estaba en un bar ni de fiesta o con amigas o con un amante, descuidándoles a ellos. La mayoría han estado trabajando. También ocupadas en reponerse y remontar su propia vida. Interiormente solas, ellas también.

Y no hablo así para justificar la ausencia y la necesidad que tienen los hijos de la guía y amor de la madre. Sino para hacer un llamado de atención e intentar entender al otro, aceptando y comprendiendo las circunstancias de la vida. Perdonando y amando a quien nos dio la vida.

Y hablo ahora como hija: El amor a la madre debe ser incondicional si queremos que nuestro corazón viva en paz.

El vínculo con el padre y la madre.

mujer madre 1Existe un orden jerárquico en todo el universo; desde lo más grande a lo más pequeño y reconocer ese orden, respetarlo,  aceptarlo y ajustarse a él, hace la  vida más simple y sin esfuerzos .

Dentro de ese Orden y Leyes universales está el «honrar al padre y a la madre». 

Ser madre o padre no es un oficio, es un estado,  que comienza a «gestarse» con el nacimiento del hijo y va tomando forma y realidad cada día, a la par que el hijo crece y se desarrolla.

El reconocimiento y respeto por las personas que nos han dado la vida, sin entrar en enjuiciarlos, nos hace cabales como individuos, nos proporciona la cualidad de completitud. Pero esto recién lo comenzamos a entender cuando nosotros mismos nos convertimos en padres y madres y entramos en el proceso, muchas veces doloroso, de deducir su verdadero significado,  en toda su extensión y profundidad.

La mujer gesta y alumbra al recién nacido, -el bien supremo-, y se convierte entonces en madre. Es esa cualidad y atributo lo que los hijos deben respetar y agradecer, independientemente de si ha sido «buena o mala» madre o padre.

 

Para que en una persona haya un desarrollo completo debe integrar interiormente a ambos progenitores. Desde ese registro consciente, como eslabón de un parentesco de sangre, uno debe asumir su identidad y reconciliarse de forma total  consigo mismo y con los que fueron dadores de su vida -haya sido consciente o inconsciente de ello-. Este es un proceso curativo para limpiar y liberar patrones emocionales que benefician inclusive a las próximas generaciones.

No le corresponde a los hijos juzgar a los padres. Porque las relaciones pueden romperse, podemos darle la espalda, pero el vínculo es permanente, perpetuo. El respeto hacia nuestros progenitores  es fundamental para sentir paz en el propio corazón. El reconocimiento y agradecimiento es esencial para que la llama del Amor permanezca viva y se extienda.

 

No fallar

niño entre muñecosBajo la presión de no fallar. Bajo el tremendo peso del sentimiento de culpa. Bajo la voz interna que te recuerda que «tienes la OBLIGACIÓN Y EL DEBER de hacer esto y aquello. Bajo las etiquetas, bajo las creencias, bajo las leyes y los titulares, bajo las medallas y las cruces, bajo la amenaza de los infiernos y de  oír machaconamente  «¡te lo advertí!» …

Debajo de toda esa carga y gravedad, vivimos crispados, angustiados, algunos hasta atormentados, muchos maniatados bajo todas estas creencias  impuestas y manipulaciones conscientes e inconscientes. Bajo el desamor, pasando inadvertido entre peluches amigos.

Las personas que vienen a mi consultorio  de Sanación energética llegan bloqueados emocionalmente. Cuanto más tiempo demores en solucionar todo eso que te impide ser tu mismo; expresarte, relacionarte, ser tu mismo, etc. más difícil se hace luego desenmarañar todos esos cables de sentimientos y emociones que te han creado tantos miedos y limitaciones.

Una muchacha joven tiene problemas desde niña para relacionarse con los demás, es muy tímida y tiene baja autoestima. Este problema  ha ido a más hasta el punto de no querer salir de casa y sentirse amenazada por los demás. Padece crisis de ansiedad y el médico de cabecera la ha derivado al psiquiatra y le ha puesto una etiqueta «trastorno límite de personalidad». Inteligentemente ella ha buscado una forma alternativa y natural para solucionar su problema.

Estamos trabajando en ello y hace grandes avances pero, qué pasa, su entorno más cercano es muy hostil. Ella está gorda y su padre se lo recuerda de forma sarcástica e hiriente «No te sientes en mi sillón que lo vas a desfondar». Y su madre otro tanto «para qué vas a ir a clases de inglés si no sabes expresarte ni en español» …

No debemos fallar a nuestros mayores.  No decepcionar a nuestras personas queridas. ¡Qué tremendo y angustioso es el desamor y la falta de compasión! ¡Qué horror ser pisoteados por el egoísmo y la crueldad de los demás! Esos comentarios te hacen desaparecer, te anulan. ¿Arreglará eso unas pastillas, algún fármaco?

Cuando hoy, desde la Medicina del Alma y las medicinas naturales energéticas, decimos con total convicción de que sólo el Amor es la mejor de las medicinas no estamos exagerando.

 

Relacionarse desde el respeto

niña y abuelo Las dificultades para relacionarse con los demás, las dificultades para tolerar al otro (amarle tal cual es) … las dificultades para que no nos afecten esas diferencias; el desapego emocional que necesitamos para quitarle importancia  cuando el otro dice las cosas en un tono que nos molesta o hace una crítica, etc

Todo eso se hace dificultoso por lo complejo  que ya es de por sí,  el estar en armonía con uno mismo … el estar contento consigo  mismo … así que resulta más difícil el trato con los demás porque encima le hacemos culpable de nuestra infelicidad o malestar…
La madre y el padre en relación con sus hijos. Las relaciones de pareja.  El jefe y su subordinado. Los vecinos. … En todo tipo de relaciones existe una interconexión donde cada uno es maestro y aprendiz del otro.
El otro nos ayuda a ser más pacientes, más compasivos, más tolerantes … es la única manera que tenemos para avanzar; relacionarnos con los demás sin que nos afecte emocionalmente -dando lo mejor de nosotros-  y la convivencia se convierte  realmente en todo un master …

Juzgar a los padres

niñoyabuelo

No es fácil  perdonar a quien nos ha hecho sufrir. Pero se hace necesario sanar las heridas emocionales,  para poder continuar la vida desde la armonía y la paz con uno mismo.  Y todo ello sólo es posible abriendo el corazón desde el perdón, en busca de la reconciliación con uno mismo.

El caso es que uno llega a la conclusión -en la madurez de la vida-  de que no tenemos nada que perdonar.

En la adolescencia se piensa que las cosas son blancas o negras, que las decisiones se toman  diciendo si o no, que las situaciones son fáciles de distinguir pues son buenas o malas, que existe la buena o mala suerte, y… pensando así, es como  cometen el error de juzgar a los padres desde una visión parcial y superficial…

No les sirve conocer la explicación de que, por ejemplo, cuando  niño, efectivamente la madre no pudo ocuparse de él porque estuvo con una hepatitis a punto de morirse y le llevó un año recuperarse y coger fuerzas para seguir viviendo… el ahora adolescente sólo tiene en cuenta su sufrimiento y sentido de abandono, y  eso es normal.

Hoy en día muchísimos jóvenes dicen que no quieren tener hijos… y volvemos a la actitud del «si / no». Pero la vida no se resuelve así: «No tengo hijos y así no hago desgraciado a nadie y no soy responsable de ello…» … este es el razonamiento simple e inmaduro del me gusta, no me gusta, quiero, no quiero, bueno malo … Pero la vida tiene infinidad de matices y entramados… e inclusive podríamos decir que está la parte kármica …

El ser humano aprende muchas veces desde el error, el arrepentimiento, el conflicto. Es desde la experiencia y el riesgo como logra crecer como persona. Se hace buen padre y buena madre desde su inexperiencia como tal; cometiendo errores, corrigiendo patrones… es inevitable.

Pero muchos jóvenes no admiten ni perdonan el fallo en los padres y su resentimiento hacia ellos lo mantienen vivo en cada momento de sus vidas en que se sientan desgraciados o infelices ellos mismos… castigándoles por sus propias frustraciones, haciéndoles responsables -para siempre- de todos sus momentos malos… recordando machaconamente el que son víctimas de una infancia infeliz por esto o por aquello que ya han magnificado, enmarcado y colocado en el centro de sus vidas.

Jueces severos que no escuchan ni intentan comprender a la otra parte. Pero esa otra parte no es cualquiera: se trata de quien les dio la vida. De forma más o menos afortunada, con todo el sacrificio y buena voluntad que supone…también desde su inexperiencia, egoísmo, inconsciencia …. y también dentro del imparable vaiven que supone vivir sin que se les haya enseñado la difícil tarea de  ser padres …

¿Quién soy yo para juzgar y conceder o no el perdón?   Si mi corazón no es capaz de sentir ternura por quien me dio la vida, dejando a un lado todo lo circunstancial que la pudo hacer insufrible, al menos llevemos paz a nuestro corazón, aceptando lo que fue y liberándonos del dolor, a través de la aceptación.

Si no lo quieres hacer por ellos, al menos hazlo por tí mismo.