¿Cómo expresas tus emociones?

Estás estresado e intentas calmarte comiendo. Te sientes cansado y reaccionas peleando con todos y por todo. Te preocupa el futuro de la familia sin embargo lo que expresas alrededor es malhumor.

No tenemos control sobre nuestras emociones simplemente porque no hemos aprendido a comunicarnos correctamente. Tenemos miedo a mostrar nuestras debilidades. Tenemos miedo a decir lo que nos pasa y lo que sentimos no lo sabemos comunicar ni compartir de forma amable, desde el corazón.

Los miedos bloquean nuestra capacidad de expresión y comunicación.

Aprendamos a dar salida a las emociones desde el corazón, con total sinceridad. Desde la calma. Ajustarlas sin que los juicios del Ego se entrometan. Evitando caer en los excesos sentimentales ni tampoco caigamos en el error de REPRIMIR por miedo a no ser comprendidos o miedo a las reacciones de los demás .

Se trata de un proceso de transformación de la mente reaccionaria que defiende el poder y privilegio del Ego.

Existe una resistencia a enfrentarnos a nosotros mismos para corregir el carácter impulsivo que salta y responde de mala manera sin pensar pero luego muchas veces se arrepiente uno de lo que ha dicho o hecho y se siente mal consigo mismo. Ya no vale decir «yo soy así»… no justifiquemos nuestra ignorancia, podemos modelar nuevamente nuestro carácter, suavizarlo, sólo basta actualizar nuestro sentir; sanar las heridas del corazón y amarnos a nosotros mismos.

Mujeres y esencias florales

La Mente normaliza circunstancias que son perjudiciales y no nos queremos dar cuenta de ello. Una Mente débil justifica el ser infeliz y se habitúa a padecer molestias inútiles o exceso de diálogo interno torturante.

La persona débil emocionalmente en su miedo al cambio (a lo nuevo) busca inconscientemente personas y situaciones parecidas que le hacen repetir una y otra vez los mismos errores.

Teniendo en cuenta de que las emociones tóxicas se vuelven patrones de conducta, es una de las razones por las que las Esencias Florales, tienen un papel importante para la salud emocional y por lo tanto para la salud integral, al despejar la Mente y los Centros Energéticos de todo lo negativo.

Como lo que realmente nos sana es la toma de Conciencia de nuestro estado de salud y el propio compromiso a querer sanarnos, es aquí donde las Esencias Florales nos ayudan a cumplir con este objetivo.

En mis veinte años como terapeuta floral, principalmente he tratado a mujeres jóvenes y de mediana edad, profesionales y también amas de casa, divorciadas, solteras, casadas o viviendo en pareja. Madres, hijas… y casi todas con el mismo problema de fondo.

Las características principales que les trae a mi consultorio son la ansiedad, depresión, estrés, miedos e inseguridad, malestar consigo mismas, vacío emociona, diferentes trastornos mentales ,… además de dolencias en el cuerpo físico.

Frases usuales: «toda la vida arrastrándome», «me siento enjaulada», «soy mi peor enemigo», «estoy muy enfadada con mi padre/madre», «me da pánico mirarme al espejo», «no puedo estar conmigo misma», «me he perdido, no sé quién soy», «agotamiento mental y emocional». «Me siento desbordada», «no sé qué me pasa».

Causas puntuales: Rupturas conflictivas, situaciones repetitivas sin resolver, miedo a rehacer la vida, bloqueos emocionales, frustración y pérdida de motivación, falta total de autoestima. Obsesiones. Jaqueca. Maltrato físico y psicológico. Tratamientos psiquiátricos que anulan la voluntad y deseo de vivir.

Raíz del problema: Auto-exigencia. Sentimiento de culpa. Rabia profunda contenida. Resentimiento venenoso. Miedos. Traumas infantiles.

¿Cómo reaccionamos ante situaciones que nos desbordan o simplemente nos enfadan? ¿En qué medida permitimos que nos afecten y en qué órgano del cuerpo lo sentimos? ¿Cómo deshacernos de ello?

A nivel consciente pedimos ayuda. Pero a nivel inconsciente, cuando todavía no tenemos conciencia de nosotros mismos, hay resistencia a reconocer y enfrentarnos a nuestra realidad.

Cierra los ojos, Pon atención en el centro de tu pecho y comienza por preguntarte y valorar (del 1 al 10);

¿Con qué nivel de auto-exigencia vivo?

¿Me amo y me siento merecedora de ser feliz?

¿Estoy lista para algo nuevo?

Y busca ayuda si la necesitas.

Reiki sin envoltorio

Para dar REIKI hay que salir de la Mente. Pero también para recibir REIKI uno debe estar abierto y sin expectativas.

La Mente es como un ENVOLTORIO que nos separa del «mundo invisible» donde se mueven las energías. Para que éstas fluyan con libertad es necesario salir de la Mente y permitir que las energías cósmicas sanadoras de REIKI se infiltren inteligentemente -son capaces de transformarse y dirigirse allá donde son necesarias- purificando, reactivando y regenerando, nuestros cuerpos físico, mental, emocional y espiritual.

Según la tradición REIKI de Mikao Usui, una vez iniciada una persona en REIKI, ésta puede acceder de forma gradual, a los estratos más íntimos de su esencia y convertirse en Canal receptor de las Energías Superiores para su propia sanación y también para beneficio de los demás.

La sanación que ofrece no se limita al cuerpo y la mente, sino al espíritu. Si existe en una persona una energía mal dirigida o una energía que está bloqueando algún centro energético, REIKI puede transformarla y liberarla.

En REIKI se utilizan símbolos muy potentes como códigos invocadores a la energía universal. Cualquier malestar o enfermedad física posee un equivalente a nivel emocional. Una sanación emocional produce una experiencia liberadora en todos los sentidos.

La Energía REIKI está unida a esta Fuerza Sanadora que ha sido utilizada desde hace miles de años por maestros sanadores.

No es algo que permite discusión o interpretación. Simplemente ES.

Ser Y No Ser

La cuestión está en que la Mente necesita y busca identificarse con algo… y ésto la limita.

Cuestionarse a uno mismo ensancha el campo de posibilidades.

Desencadenar la Mente significa deshacer condicionamientos e ideas preconcebidas que nos atan a ser lo que probablemente no somos.

El ser humano, debido al sistema de educación que recibe, cae en la ambigüedad; y su identidad como ser humano es confusa. Pierde el reconocimiento de sí mismo y termina comportándose de forma incierta y dudosa sobre sus cualidades inherentes.

Al haberse alejado de su cuerpo espiritual y olvidado de que tiene un Alma y un espíritu que le da Aliento, sólo existe para sobrevivir. De ahí viene el sufrimiento y los conflictos.

Hacerse consciente de uno mismo es tener entendimiento sobre la riqueza espiritual del mundo interior que poseemos.

Tenemos una conciencia individual que radica en el Ego. Pero además existe una Conciencia Universal que comienza a brillar en nosotros cuando trascendemos nuestra identidad y mundo personal y nos permitimos experimentar una realidad mayor y más significativa.

Podemos trascender la identificación con el cuerpo/mente y alcanzar un nivel de Conciencia mayor.

El desarrollo de la Conciencia es escalonado y comienza a despertar desde el cuestionamiento sobre el «Ser y No Ser«. Al principio produce miedo; esto hace temblar nuestro cimientos, pero en cada nuevo nivel de entendimiento que entramos, estamos abarcando e integrando todo lo anterior.

Esta experimentación nos hace vivenciar y adentrarnos en un estado más amplio y profundo de nosotros mismos como seres humanos y divinos que somos.

Una actitud sana

No me doy por vencida hasta el final, hasta que me demuestro a mi misma de que yo puedo hacerlo o solucionarlo. Porque hacer las cosas bien, -lo mejor que uno sabe-, es la actitud más sana para el cerebro. Se ocupa de una cosa al cien por cien, la completa, y luego pasa a otra cosa.

Sin crítica. Sin juicio. Sin castigo. Sin vanagloriarse. Sin culpa.

Cumpliste con tu parte. El resultado -lo que vendrá- confías en que será lo que te mereces, lo que necesitas, lo que sigue … y estarás abierto a recibirlo.

La paz interior trata de eso; en dejarte guiar por lo que tu Conciencia te dicte. Y podemos escucharla; nos habla desde el corazón. Si me siento intranquila en algún asunto, debo revisarlo de manera imparcial y preguntarme qué anda mal, qué puedo mejorar o dónde me equivoqué. Sin excusas ni justificaciones.

Es cuando el corazón -donde se asienta nuestra Alma- está sereno y alegre, cuando podemos sentir que todo está en orden en nuestra vida.

Una actitud sana se consigue cuando hemos logrado dominar la Mente y ponerla a nuestro servicio. ¿Al servicio de quién? Al servicio de nuestro Ser y del Bien común.

La Mente gobierna el cuerpo físico. Si educamos correctamente a nuestra Mente, -de forma positiva- , teniendo un estado de ánimo ecuánime y centrado, conseguiremos tener la actitud correcta y una mejor calidad de vida.

Mi Yo

Mi Conciencia me indica que debo actualizarme continuamente. Mi intuición me avisa y anima para que así sea. Me pone en alerta de mi yo-mental que se resiste a ello.

El Conocimiento directo -que no pasa por la mente- convierte en desafío mi anhelo de avanzar y concentra la energía en esa dirección para que no me acomode.

No es mi Yo quien decide, es la Conciencia Superior, a la que entrego mi voluntad.

Por momentos se diluye la identidad personal y una aparente apatía no es nada más que he dejado de tener deseos o preocupaciones por el futuro. Confío. Mi corazón palpita desde la certeza absoluta que el Universo y la Madre Tierra me protegen.

La Mente se vuelve cada vez más sencilla. Los pensamientos parecen elásticos y el espacio entre ellos también se alarga. Lo personal y cotidiano pierden importancia al entrar el Ser en otras dimensiones .

El cuerpo físico, es solo eso, el vehículo. Es el Alma y el Espíritu quienes cobran ahora su magnificencia.

Mi respiración se hace consciente y siento que te amo, lo sepas o no.

Dominio sobre la Mente

La Conciencia es la parte de nuestra mente que pone Luz en las otras funciones mentales; sabiduría, capacidad de elección, discernimiento, ego…  La razón por la que se hace hincapié en que desarrollemos la Conciencia es para que ilumine y expanda las potencialidades de nuestro ser. Desde este sencillo planteamiento se hace evidente que, con poca Conciencia de nosotros mismos, -con poca Luz- nuestra realidad se limita a «palpar» lo más concreto y cercano.

Recuperar la Conciencia y proximidad de nuestra esencia divina nos llevará primeramente a liberarnos de la carga de nuestro pasado. A recuperar la INOCENCIA del Ser -nuestro niño interior-.

Para ello no hay más efectivo que ser observador de uno mismo. Hay que crear el hábito de poco a poco ir separando la mente del Observador (la Conciencia). En cada cosa que hagas o digas, en cada situación, observate.

Cuando el Observador tenga total independencia del «yo-personaje», también tendrá total dominio sobre esa parte de la mente que hasta ahora ha gobernado tu vida: el ego (vanidad, envidia, pasión, codicia, miedos, etc.)

En este proceso, de ser Observador de tí mismo, la Conciencia llenará de Luz tu vida y la podrás gobernar desde la Intuición junto con el Corazón en total armonía.

Desde el Ser

Creemos que no existe otra manera de  vivir que desde la mente. Desde la mente nos proyectamos, amamos, soñamos y pretendemos darle un sentido a la vida y ser felices.

Desde la mente; siempre planificando. Preguntándonos si esto o lo otro es mejor. Siempre con la mente en el futuro o en el pasado; sopesando, con la muletilla del «debería…» o «y si…»

Todos los miles de pensamientos que la mente produce sin descanso nos distraen y nos alejan de nuestro Ser, al que no le dejamos espacio para manifestarse en su magnitud, más llá del plano material: parece no existir… pero es al revés: no hay existencia real si no es desde el Ser.

Cuando el Ego -desde la mente- gobierna, la vida se convierte en   una permanente lucha y búsqueda de la felicidad fuera de uno mismo. Pero existe otra manera de enfocar la vida; vivirla de dentro hacia fuera.

Desde el Ser. Como uno es… como quien uno es…como el que uno es…