Un mar de indiferencia

Tenía ante mí un mar sin sol debido a la indolencia de la raza humana. Las olas, cansadas, iban y venían reflejando la apatía y dejadez del mundo.

En lo alto del acantilado había una plataforma de cemento donde la gente se paraba a mirar la inmensidad de su indiferencia. Pero, desde su estado de inconsciencia, sólo veían lo que querían ver.

De vez en cuando surgían olas de Luz y unos pocos las reconocían y se maravillaban de ellas, haciéndoles recordar y reavivar su condición humana y divina.

Otros, más audaces, bajaban a las rocas para refrescarse en el agua. Y otros, muy pocos, se quedaban meditando buscando conectarse con el espíritu del océano.

¿Eres feliz?


  • La felicidad es la expresión de una afectación. Cuando algo o alguien nos motiva e ilusiona, nos inunda un sentimiento que llamamos felicidad.

Pero la felicidad es algo que se escapa entre los dedos, cuando se trata de conseguir cosas materiales o perseguir sueños. Una vez se ha conseguido el deseo o lo idealizado, se esfuma el sentimiento de satisfacción… la mente vuelve a crear expectativas.

Sentirse en paz con uno mismo es mucho más que un sentimiento, es un estado interior. Mantenerse auténtico y desapegado, ayuda a no entrar en falsas ilusiones y a estar centrado en la realidad de lo perenne.

El proceso para salir de las falsas esperanzas, supone limpiar el corazón de sentimientos de culpa, de miedos, de no sentirse merecedor, de no valorarse. También de haber sanado heridas afectivas por haber sufrido abandono, indiferencia o humillaciones.

Sentirse en paz con uno mismo significa AMARSE. Y estar preparado para amarse a uno mismo significa amar a los demás sin imposición, obligación o esfuerzo. Sobre todo, sabiendo que nuestra felicidad no depende de otros. Y esto es una gran victoria sobre el Ego y la Mente.

La felicidad es un pequeño logro en el mundo exterior. La DICHA es el presente que se nos hace y nos hacemos a nosotros mismos cuando fluimos con la vida sin esperar nada.

La madre ausente

mujer madre2Hablar de la madre ausente me toca de lleno, así que no es fácil. He tenido una madre ausente y yo jugué el mismo patrón sin ser consciente de ello.

Es cuando los hijos te pasan factura cuando comienzas a darte cuenta, no sólo de cómo han influido en ellos tus propias carencias sino también cómo las historias se repiten dentro de la familia. Y te sorprendes al experimentar tan de cerca el asunto de los «patrones heredados» … creías que lo estabas haciendo -si no bien- al menos haciéndolo lo mejor que sabías y podías pero … los que vienen detrás reclaman que revises tu proceder, no les sirve que pidas perdón cien veces; han sido lastimados, arrastran traumas, han sufrido y TÚ como madre ¿dónde estabas?

Perpetuar el título de «madre ausente» me parece injusto. Cuando mi madre comenzó a perder la memoria inmediata y ésta quedó anclada en su niñez tuve la oportunidad de conocer, a través de ella misma, su historia. Se casó con 17 años, siempre fue una mujer callada, viviendo a la sombra de su marido. No recuerdo haber tenido alguna conversación con ella ni en mi niñez ni en mi adolescencia. Fue una «madre ausente», y esa fue mi referencia como madre.

Estos últimos años he aprendido a amarla. A aceptarla, sentir compasión y pedir perdón por ella y por mi. Su propia madre no tuvo tiempo para dedicarle a la cantidad de hijos que tuvo; tenía que atender el negocio de panadería todo el día. Así que ella misma no tuvo referencias de una madre amorosa porque las circunstancias de la vida eran muy duras en aquel entonces.

Es verdad, yo tampoco he estado. He cargado con la enorme culpa muchos años. Y acepté silenciosamente la revancha de indiferencia hacia mi; parece ser que los hijos tienen ese derecho de castigar a la madre mientras son adolescentes. Ya les llegará el momento de madurar.

Yo me pregunto ahora, cuando los hijos ya son mayores ¿se han parado a averiguar dónde estaba la madre?, ¿Cómo estaba?, ¿Qué hacía?

Seguramente no estaba en un bar ni de fiesta o con amigas o con un amante, descuidándoles a ellos. La mayoría han estado trabajando. También ocupadas en reponerse y remontar su propia vida. Interiormente solas, ellas también.

Y no hablo así para justificar la ausencia y la necesidad que tienen los hijos de la guía y amor de la madre. Sino para hacer un llamado de atención e intentar entender al otro, aceptando y comprendiendo las circunstancias de la vida. Perdonando y amando a quien nos dio la vida.

Y hablo ahora como hija: El amor a la madre debe ser incondicional si queremos que nuestro corazón viva en paz.

El Alma y el Espíritu

ser y universoLa esencia divina está en cada uno de nosotros. El Alma es como la placenta etérea que envuelve al Espíritu, que es nuestra esencia divina  eterna. Así que, la conexión entre nuestro físico y nuestro espíritu, es el Alma.

Sin embargo, el ser humano en su mayoría vive desde el Ego;  todavía sin consciencia de sí mismo,  actuando de forma violenta, agresiva, codiciosa, egoísta, … podríamos decir que peor que cualquier otro animal, por la sencilla razón de que actúa fuera de sí, alejado de su naturaleza.

Como nos gobierna la Ley de Causa y Efecto, lo que sucede a la humanidad no es fortuito. Todo lo que está sucediendo es a causa de nuestro proceder; del proceder egoísta de los que gobiernan el mundo y el proceder de la gente común que permite que suceda y se presta a servir a personas sin escrúpulos …

Tenemos que restablecer nuestra Conciencia. Recuperar la naturaleza de nuestra Alma y que nuestro Espíritu sea quien nos  guíe.

¿Cuánto sufrimiento más tiene que vivir la Humanidad para alcanzar la percepción del Amor Puro, que sería el estado natural del Ser en nosotros ?

La indiferencia e irresponsabilidad del ser humano está llegando a su fin. La Conciencia de muchos se ha fundido con la Conciencia Cósmica, creando una aceleración en  el despertar y  evolución de la humanidad. Se ha despejado en muchos el Camino hacia el interior para encontrarnos con nuestro ser esencial.

Ahora toca salir de la mente egoica. No podemos conectar con nuestro Yo Superior sin antes no haber aquietado al Yo inferior.  Ahora toca salir de la idea de MIEDO e inseguridad  que domina y tiene maniatados a la inmensa mayoría.

Tenemos que recuperar la inocencia y la presencia de nuestro Ser para sentirnos felices y satisfechos de nosotros mismos… desde nuestra Alma, en conexión con nuestro Espíritu.

Si hay sufrimiento no hay Amor

arbol corazonesEl Amor,  tiende a formar un árbol emocional que se ve empobrecido si las relaciones y la comunicación están bloqueadas. Cuando los sentimientos  no fluyen debido a los miedos y  el odio,  el Amor Puro queda apagado y no da frutos.

También la indiferencia es falta de Amor. Y no hay nada más doloroso y cruel que mostrarse indiferente hacia el que sufre …

El Amor, con mayúscula, desaparece para convertirse en otra cosa, seguramente en algo desdichado y mezquino; un amor vengativo, interesado, controlador, manipulador, egoísta… que crea sufrimiento.

Cuando el Miedo es la savia, nos sentimos aprisionados  en el temor a ser heridos, humillados, despreciados, a no ser correspondidos, a no ser merecedores…. nos negamos a nosotros mismos vivir en  el resplandor del Amor Puro.

Cuando en nuestras raíces está el Odio, el cual sabe muy bien disfrazarse y adoptar diferentes formas para simular,  entonces decimos muy convencidos: «yo no odio a nadie. Yo no siento odio»… pero, que sepas, tu corazón se está moviendo en un espacio muy reducido y no te permite crecer según tu naturaleza.

Cuando tu corazón rechaza y excluye a este u al otro, justificándose, es que sientes aversión …. aunque no le desees el mal abiertamente pero no hay el más mínimo sentimiento de compasión o comprensión hacia el otro; estás odiando…

Comencemos por amarnos a nosotros mismos. El Amor Puro es el Sol y el Agua que nos nutre. En la Madre Tierra está el Amor que nos sostiene y alimenta. 

Tener presente la plena presencia de mi ser como *Yo Soy AMOR* es lo que me hace sentir en Paz, unido a todos. .