Tu verdad

Me perdí muchas veces hasta que decidí no volver a perderme. Y aprendí a reconocer mi verdad.

Cometí muchos errores hasta que ahora sé distinguir lo correcto para mí, desde mis propias decisiones y esa es mi verdad que defiendo.

El `pensamiento sólo trata lo conocido. Trascender la Mente te lleva a la realidad original: la Verdad del Ser.

Tu verdad es cuando lo que dices, haces y piensas tiene una coherencia. Esa es tu verdad.

La Verdad se experimenta mientras que las creencias son estáticas y existen por imitación y repetición.

La Verdad la haces tuya al experimentarla, mientras que la creencia te obliga a memorizar la verdad de otro.

Tu capacidad de experimentar, de ·»experienciar·» es lo que despierta tu Conciencia y a partir de ahí se expande y extiende hasta el infinito…

El tiempo es dinero

Cuando sientes con claridad no tienes que pensar: sabes.

Parece ser que el lema y oración de estos tiempos es: «Mi vida vale tener más dinero». Y esa misma obsesión por el dinero se ha convertido en el sufrimiento y perdición de nuestros valores como raza humana.

Y justamente es el dinero el grillete que nos ha atrapado y nos ha convertido fácilmente en esclavos del Sistema materialista que dirige el mundo.

Ay, la codicia, que mala es. Nunca se tiene bastante.

Pero nuestra soberbia no nos permite reconocer nuestra ignorancia y seguimos justificando nuestra pérdida de identidad e integridad.

Aprendamos a ser observadores de nosotros mismos. Estamos a tiempo para rectificar. Aprendamos a separar al Ego de la Conciencia en nosotros para poder ser testigos imparciales del «juego» … de cómo el yo-personaje se mueve y domina sin control el Plano material e instintivo, desde la perspectiva limitada e individualista que tenemos de identificar el mundo y a nosotros mismos.

Cuán ambiciosos somos en lo material y que poco para enriquecernos espiritualmente, como seres humanos.

Anhelemos tener un alto nivel de Conciencia. Seamos creativos. Perceptivos. Reflexivos. Compasivos …

Participemos más socialmente. Demos lo mejor de nosotros mismos. Transformemos la frustración y los errores en aprendizajes.

Inspirémonos en la Madre Tierra. Sintámonos parte de ella. Seamos agradecidos. Hagámonos sabios estando de su lado…

Viviendo en el pasado

mundos La vida exige riesgo. La vida es un campo de posibilidades. Nuestra actitud debe ser la de un guerrero al acecho de la oportunidad al mismo tiempo que la contempla desde el desapego.

Memorizamos lo que nos ha hecho sufrir, lo que tenemos en contra y queremos evitarlo nuevamente. Los miedos y nuestro sentimiento de incapacidad o frustración lo mantenemos vivos en la memoria… y eso nos inmoviliza y atraemos más de lo mismo.

Sin embargo, pasamos por alto, sin valorar, todo lo bueno que la vida nos ha dado y nos sigue brindando; nuestra capacidad y recursos para vivir.

Todo lo demás lo añadimos por nuestra cuenta según nuestra ACTITUD. El coraje, la ilusión, el empuje para alcanzar nuestras metas, el no dejarnos amedrentar, seguridad en nosotros mismos, atención plena y control mental …

Arar una y otra vez la tierra sin atrevernos a sembrar por miedo a invertir y perder la cosecha o no conseguir decidirnos qué sembrar, es malgastar el tiempo de acción.

Los errores sólo se repiten mientras no aprendemos de ellos. Un fallo deja de ser una equivocación en el momento en que nos enseña algo y nos hace crecer.

El pasado está muerto. No existe más. Estamos construyendo momento a momento nuestro Presente.

Juzgar a los padres

niñoyabuelo

No es fácil  perdonar a quien nos ha hecho sufrir. Pero se hace necesario sanar las heridas emocionales,  para poder continuar la vida desde la armonía y la paz con uno mismo.  Y todo ello sólo es posible abriendo el corazón desde el perdón, en busca de la reconciliación con uno mismo.

El caso es que uno llega a la conclusión -en la madurez de la vida-  de que no tenemos nada que perdonar.

En la adolescencia se piensa que las cosas son blancas o negras, que las decisiones se toman  diciendo si o no, que las situaciones son fáciles de distinguir pues son buenas o malas, que existe la buena o mala suerte, y… pensando así, es como  cometen el error de juzgar a los padres desde una visión parcial y superficial…

No les sirve conocer la explicación de que, por ejemplo, cuando  niño, efectivamente la madre no pudo ocuparse de él porque estuvo con una hepatitis a punto de morirse y le llevó un año recuperarse y coger fuerzas para seguir viviendo… el ahora adolescente sólo tiene en cuenta su sufrimiento y sentido de abandono, y  eso es normal.

Hoy en día muchísimos jóvenes dicen que no quieren tener hijos… y volvemos a la actitud del «si / no». Pero la vida no se resuelve así: «No tengo hijos y así no hago desgraciado a nadie y no soy responsable de ello…» … este es el razonamiento simple e inmaduro del me gusta, no me gusta, quiero, no quiero, bueno malo … Pero la vida tiene infinidad de matices y entramados… e inclusive podríamos decir que está la parte kármica …

El ser humano aprende muchas veces desde el error, el arrepentimiento, el conflicto. Es desde la experiencia y el riesgo como logra crecer como persona. Se hace buen padre y buena madre desde su inexperiencia como tal; cometiendo errores, corrigiendo patrones… es inevitable.

Pero muchos jóvenes no admiten ni perdonan el fallo en los padres y su resentimiento hacia ellos lo mantienen vivo en cada momento de sus vidas en que se sientan desgraciados o infelices ellos mismos… castigándoles por sus propias frustraciones, haciéndoles responsables -para siempre- de todos sus momentos malos… recordando machaconamente el que son víctimas de una infancia infeliz por esto o por aquello que ya han magnificado, enmarcado y colocado en el centro de sus vidas.

Jueces severos que no escuchan ni intentan comprender a la otra parte. Pero esa otra parte no es cualquiera: se trata de quien les dio la vida. De forma más o menos afortunada, con todo el sacrificio y buena voluntad que supone…también desde su inexperiencia, egoísmo, inconsciencia …. y también dentro del imparable vaiven que supone vivir sin que se les haya enseñado la difícil tarea de  ser padres …

¿Quién soy yo para juzgar y conceder o no el perdón?   Si mi corazón no es capaz de sentir ternura por quien me dio la vida, dejando a un lado todo lo circunstancial que la pudo hacer insufrible, al menos llevemos paz a nuestro corazón, aceptando lo que fue y liberándonos del dolor, a través de la aceptación.

Si no lo quieres hacer por ellos, al menos hazlo por tí mismo.

 

 

Somos humanos ordinarios aparentando todo está bien

mujer mayor digna

 

Somos humanos «ordinarios» mientras nuestro estado de  humanidad no sea completo, es decir, mientras no vivamos y nos expresemos desde un  corazón compasivo y puro.

Una cosa es tomar una POSTURA aparentemente positiva, una imagen de que todo está bien, sonreir de forma forzada, tener una amabilidad calculada … pero todo eso crea tensión,  agotamiento mental y frustración emocional. ¿Por cuánto tiempo se puede sostener sin que dañe seriamente nuestra salud?

Otra cosa es tener una ACTITUD positiva desde el convencimiento y la aceptación de la realidad que no podemos cambiar. Desde el corazón ser amable, paciente, desde el corazón sonreir y pedir ayuda si lo necesitamos. Declarar abiertamente que solos no podemos llevar la carga y pedir apoyo y asistencia… Eso aliviará nuestro corazón; reconocer que no somos tan fuertes ni tan valientes ni tan perfectos como desearíamos, sencillamente  somos humanos.

Somos humanos «ordinarios» porque existimos de forma fragmentada y hemos dejado muy atrás nuestra originalidad divina y eterna. Hemos perdido el sentido  sagrado que tiene la vida misma. Hemos profanado -desde la arrogancia- cada acto de nuestra vida que debería ser  entusiasta, devocional y de agradecimiento.

Desde el reconocimiento de nuestros errores y deficiencias, ahora toca tomar conciencia de la Realidad y la Verdad sin que nadie se sienta herido en su amor propio. Ahora toca salir de la ordinariez  que nos ha llevado hasta el grado de deshumanización  para recuperar nuestra condición humana de compasión y amor.