
Las emociones de baja vibración te hacen repetir una y otra vez los mismos errores.
De siempre me sentí fascinada y curiosa por conocer el mundo dentro de las cárceles. No sé la razón pero me gustaba leer o ver películas con este tema. Cuando por fin pude entrar como voluntaria en una cárcel sentí que me era un sitio familiar. Pero se necesita tener templanza y autoridad para comunicarte y relacionarte con personas forzosamente tan endurecidas para poder sobrevivir en ese ambiente tan poco humano por un lado y tan sobrecogedor y sensible por otro.
Me formé en La Cruz Roja en «Primeros Auxilios Psicológicos» y «Atención a Mayores» y realicé un voluntariado en la Cárcel de Mujeres de Albolote, donde inicié en REIKI a algunas mujeres y las enseñé algunas herramientas para sobrellevar la vida tan llena de ansiedad que se vive allí dentro.
Fue una experiencia increíble, triste y gratificante a la vez. Frustrante pero de mucho aprendizaje. Imprescindible moverse allí dentro sin juicio y desde la compasión, viendo las miserias humanas y lo que la ignorancia y las bajas pasiones pueden hacer del ser humano.
Frustrante porque el ambiente allí dentro es tan denso .a parte de las drogas que circulan- que resulta muy difícil motivar a esas mujeres más allá de lo más inmediato como puede ser , por ejemplo, conseguir puntos de buena conducta para tener acceso a una llamada telefónica.
Experimenté cómo todo ser es capaz de mostrar su lado más tierno e inocente cuando se le brinda Amor. Pero para ello, en muchas de ellas, tienes que traspasar bastantes capas impermeables de desconfianza y miedo.
Conocí a mujeres fuertemente condicionadas por el entorno de la droga y la marginación en el que han crecido. Mujeres pertenecientes a una misma familia: hija, madre y abuela … como no conocen otra cosa, les parece normal, no hay en ellas deseo o voluntad de superación, porque la sociedad les niega también la integración. Entran y salen de la cárcel varias veces. Ni siquiera hay un sentimiento de resignación sino de acomodamiento en un submundo donde se lucha por cubrir las necesidades y placeres básicos y aceptan de antemano que así será toda su vida.
Aunque dí charlas y formé un grupo donde hacíamos ejercicios de relajación y visualizaciones guiadas, asistí principalmente a cuatro mujeres con las que conecté desde el primer momento y se iniciaron en REIKI. Tenían en común haber sido engañadas para transportar droga y fueron pilladas. Una de ellas, rusa, estaba terminando la carrera de abogacía.
Muchas mujeres estaban allí haciendo un voluntariado, y esta era la parte más conmovedora y esperanzadora; ver que existe la solidaridad y que la humanidad avanza desde el Amor desinteresado e incondicional.

He desarrollado mi trabajo como terapeuta y lo he llevado a «entrenadora» de la Salud. He ido ganando comprensión y dominio de lo que las personas desorientadas e infelices (enfermas) necesitan. He convertido las sesiones en un entrenamiento para recuperar la salud desde el acompañamiento y reconquista de la autoestima. La forma de sanar desde el re-aprender a ser y sentirse merecedora de ser feliz, amar y ser amada.
He entrado -nuevamente- en un proceso de renovación y reconquista.
Por la edad que tengo, por haber metido la nariz en tantos lugares e historias, por querer experimentar la vida por mi misma arriesgándome siempre a tropezar con mis límites, es por lo que hoy en día no me siento con el deseo de convencer a nadie de nada. Solo comparto …
Puedo serlo todo: cristiana, musulmana, sufi, seguir a un maestro yogui, ser maestra de Reiki… soy aprendiza y soy facilitadora, soy hija, hermana, madre, tía, amiga, abuela y hasta bisabuela soy… soy vecina en mi vecindario, ciudadana del mundo y parte del universo… podría decir que lo soy todo y a la vez sentir la poca importancia de no creerme nada…
Mi naturaleza es visible y libre de adornos. Mi ser ya conoce su camino. Por fin se produce la armonía con el personaje que me viste y no reprime su forma de manifestarse.


