
Dejemos atrás lo que ya no queremos, lo que ya no necesitamos ni es útil ahora. Soltemos los miedos, el sentimiento de vergüenza y el sentimiento de culpa. Soltemos esa parte de nuestra identidad que ya cumplió su propósito. La actitud que correspondía a la niñez y a la juventud pero que ya no corresponde por nuestra edad, la dejamos ir, para que podamos comenzar a madurar.
La queja, los lamentos, el hacernos la víctima para llamar la atención, nos deshacemos de todo ello. La necesidad de que nos halaguen para sentirnos reconocidos, todo eso ya no es necesario; podemos ponernos de pie por nosotros mismos y volver a empezar si es necesario. Ganamos en autoestima haciéndonos valer.
Dejemos morir los apegos, los deseos que están fuera de nuestro alcance, soltamos las expectativas con las que soñamos en nuestro mundo imaginario.
Vamos a poner nuestra atención exclusivamente en nuestro propósito más elevado; conocernos a nosotros mismos y amarnos desde la Conciencia de nuestro Ser no desde el Ego, que sería algo nefasto.
Vamos a poner nuestro ánimo e inspiración en actuar desde la impecabilidad del Ser, desde nuestro Yo divino. Démosle sentido a nuestra vida, elevando nuestra vibración y frecuencia a la del Amor Incondicional.
Alimentemos nuestro espíritu y él se encargará de guiarnos para que desarrollemos el sexto sentido, la Intuición, y actuemos desde ella y sólo utilicemos la Mente para cuando necesitemos pensar.
Estemos en el nivel de comprensión en el que estemos, comencemos ahora. Nos hará bien.