Toda enfermedad nos lleva a un proceso de purificación. Todo conflicto y sufrimiento nos hace encausar nuestro propósito de vida para darle un sentido real a nuestra existencia.
Yo me equivoco, tu te equivocas, nosotros rectificamos.
Yo me perdono, tu te perdonas, nosotros nos perdonamos.
Yo me amo, tu te amas, nosotros nos amamos.
Cuando conseguimos reunir y sanar nuestras energías dispersas, surge una nueva disposición en nosotros de amarnos, perdonarnos y de amar y sentir compasión por los demás …
Simplifiquemos la vida.
La tensión mental y emocional debido a preocupaciones, la irritabilidad, los sentimientos de culpa y la frustración sobre nosotros mismos y nuestro mundo, produce un estado de devastador desequilibrio e insatisfacción.
Clarifiquemos nuestra mente.
Si tuviésemos presente que esta vida es muy corta y que nuestro sufrimiento es insignificante comparado con el extenso ciclo de nuestra Alma, cambiaríamos nuestra percepción y actitud ante la vida.
Elevemos el pensamiento. Una nueva Conciencia Universal está a nuestro alcance para hacernos humanos y poder volver a nuestros orígenes.