Combatimos al enemigo creyendo viene del exterior pero son los traumas y conflictos internos los que ocultan la hostilidad que generan sufrimiento, dolor y enfermedad en nosotros.
Nuestra actitud ante la vida es lo que alimenta y fortalece nuestro ánimo diariamente; cuando es fuerte nos ocupamos de las cosas desde la confianza y seguridad en nosotros mismos. Pero cuando el enfoque mental es negativo eso nos debilita, hace que nuestro ánimo esté decaído, nos cuesta resolver los conflictos y tomar decisiones.
Todos tenemos miedos inconfesables. Tenemos resistencias a los cambios. Si no controlamos y desarrollamos nuestra mente, ella nos domina desde la inflexibilidad y la obstinación. Pero hay que profundizar en nosotros mismos, bucear en nuestro subconsciente para ir a la raíz de esos patrones rígidos que gobiernan nuestra vida y de los que no sabemos liberarnos.
El proceso de sanación implica una evolución gradual a partir de que tomo responsabilidad de mi propia vida. Se trata de un despertar y sucede en un particular momento en que decidimos conscientemente hacer un cambio en nosotros. Abandonamos totalmente el justificarnos y contactamos con el problema.
A partir de ahí la relación entre tu cuerpo y tu conciencia se activa. Vas hacia tu interior para comenzar a despejar la tensión entre el cuerpo y la mente. Respiras profundo y conectas con tu ser que te guía en ese proceso de liberación.
Lo importante no es todo lo que sueltas de tu pasado y que te oprimía; alégrate. Lo importante es que ahora hay espacio suficiente para que el Amor que hay en tí se expanda; agradece.
