¿Qué interés nos lleva a seguir a un maestro espiritual?
El conocimiento que imparte un maestro queda en la superficie -como información- a menos que se practique, se experimente, se asimile y se integre lo que él nos enseña. Al tener unas dimensiones mucho más profundas de lo que en principio podemos llegar a pensar, debemos dejar a un lado la mente que siempre se resistirá al cambio.
Se actúa solo a nivel mental mientras se cuestiona y se juzga al maestro…
Encontrar el equilibrio entre la entrega al maestro y el desapego, requiere del ejercicio de estar centrado en el corazón. Mientras desarrollamos nuestra Conciencia fortalecemos la seguridad en nosotros mismos, ganamos en intuición y desde nuestro corazón comienza a vislumbrarse la Verdad y la certeza de ser.
¿Desde qué parte de nuestro Ser buscamos el conocimiento?
La Mente calcula los beneficios que puede obtener. Inclusive se llena de ansiedad y se puede obsesionar o impacientarse por no progresar en la meditación… la Mente puede jugarnos malas pasadas y obstaculizar el proceso de transformación y auto-realización si estamos llenos de expectativas.
¿Es sólo interés superficial o real anhelo el que nos lleva a seguir unas prácticas espirituales?
El maestro nos enseñará a conectar Mente-Corazón. A través de la Respiración consciente aquietaremos los pensamientos y aprenderemos a controlar los sentidos. Se irán deshaciendo las resistencias. Despertará nuestro anhelo por el Saber que comienza a fluir en nosotros.
El SABER desarrolla el conocimiento interior de forma directa -la inteligencia intuitiva-. Nace ahora el Amor Puro; la Compasión. La inclinación espiritual y el recogimiento se convierten en actitudes naturales.
La Conciencia posee muchos niveles hasta la infinitud: es Luz. Mientras avanzamos en el Saber -descubriendo todo nuestro potencial-, la Conciencia se hace más luminosa, más sutil y es ella la que nos impulsa y la que eleva nuestra condición de seres humanos y divinos.