Mi Maestro tiene Alzheimer

Hace tres años que me fui a vivir con él; un retiro voluntario merecido, pensé yo. Se lo pedí y me dijo que sí.

Como creo que nada es casualidad, por supuesto, todo fluyó para que nuestra convivencia sucediese. Por entonces, él todavía no tenía declarada la enfermedad. Sigo convencida de que nada es casualidad aunque el panorama haya cambiado totalmente y asumo lo que me ha tocado vivir; totalmente opuesto a mis expectativas.

Me tengo que sonreír pues justamente lo que no he tenido nunca es paciencia y ahora, en los momentos en que se me acaba, tengo que ir a por más… y veo que es inagotable… tengo que ir a por más una y otra vez, con la cabeza gacha.

A mí, que me gusta y necesito del silencio, él pone a prueba mi paciencia no parando de hablar, pues le encanta hablar. Pero la cosa va más lejos porque se le olvidan las palabras, ya su vocabulario es corto, pero las suple diciendo: «esto y lo otro y lo de más allá, etcétera, etcétera» que repite una y otra vez.

Es curioso como, lo primero que se va perdiendo es la capacidad de razonar. Poco a poco deja de haber coherencia. Sin embargo, me digo a mi misma, que el Alma y el Espíritu siguen ahí intactos y es lo que nos hace mantenernos unidos, con fuerza y dignidad.

Tengo un gran Maestro; retuerce y estruja mi Ego como si fuese paño de fregar. Ya cada vez menos reacciona mi Ego maltrecho. Practico la respiración consciente, él es una grandísima persona, tengo mucho por aprender. Doy las gracias.