Esto sucedió aproximadamente en el verano de 2005. «He llegado a los Cortijos de Shambala, más arriba de Capileira, en Las Alpujarras. Voy a trabajar todo el mes de agosto de cocinera. Denís, un maestro francés en bilocación, va a dar unos cursos sobre los chakras y cosas por el estilo. La comida debe ser vegetariana. No conozco a nadie, todo ha sido hablado y contratado por teléfono.
Esto es mucho más de lo que yo me imaginaba. Intuía que había aquí un regalo para mí pero esto es mucho más de lo que yo esperaba. Denís es un hombre con dones de sanación y clarividencia. Ya sólo el primer día, mientras todos estábamos en el comedor me ha dicho en voz alta para que todos escucharan “quédate a cocinar en septiembre”. Su secretaria dijo enseguida “no hay cursos en septiembre” y él contestó “ya lo sé. Quiero que sea mi cocinera particular. Mi amiga. Mi maestra…” Yo le contesté en broma para quitar importancia “me lo pensaré”.
Me sentía algo abrumada ante tanta adulación pues dijo a todos que en la comida estaba mi energía sanadora. Esta tarde se ha acercado a hablar conmigo y me ha llamado “facilitadora”, sin poder contenerme dije “!ese es mi nombre!”. Pues Iusra es mi nombre de iniciación y significa FACILIDAD y yo me considero una facilitadora de energía, siendo maestra de REIKI.
Me dijo Denís que a partir de ahora yo debo recibir su enseñanza pero también cocinar para él porque ha sentido la energía que había en la comida que yo preparo. Pero yo le he contestado que yo no quiero ser cocinera. Que esto era totalmente casual.
En la sobremesa escucho a Denís decir algunas cosas interesantes. Dice que el alumno y el maestro forman un solo cuerpo. Al contrario de lo que se podría pensar, el alumno es la cabeza y el maestro son los pies, porque es más fácil juzgar que caminar.
Me siento feliz y agradecida. Disfruto en la cocina; no pienso en nada, me dedico enteramente a cocinar. Y siento mi mente muy clara. Denís me ha dicho “no te voy a dar la maestría pero te voy a abrir los chakras superiores de la sabiduría».
En el complejo de cortijos que posee Denís está también un templo, una construcción sencilla con una pared enteramente de cristaleras que te dejan ver la inmensidad del lugar. Muchas tardes me llego hasta allí para meditar.
En los dos últimos días que nos quedan de estar aquí, nos hemos citado en el templo, Denís y yo. Mientras yo estaba con los ojos cerrados en posición de loto durante una hora, él primero me leyó y explicó cosas realmente bonitas que tocaron mi corazón y despertó mi anhelo por lo Divino. Luego tocó la flauta dejándose llevar por el estado de mi alma y después entramos en meditación. Casi al final sentí mi pulsación de vida. Sentí la pulsación de mi corazón, que era la misma pulsación que la de las montañas, de la tierra y del agua. Sentí la pulsación de todos los corazones como única pulsación y que es, además, la pulsación Divina. Experimenté la Unicidad de todo lo vivo. Y vi el Canal por donde circula la Energía Primordial.
Era un placer sentir mi cuerpo desde dentro y al mismo tiempo “sentirlo” desde fuera; como Observadora de mi misma.
Hermosa estancia. Misterioso hombre. Impresionante lugar.
Todo se diluyó en el tiempo.