
Durante muchos años he convivido en círculos espirituales, tanto sufís como después también con maestros yoguis. He podido presenciar, y yo misma caí al principio en esas trampas del Ego, mientras fui parte del grupo más cercano de estos maestros, el malinterpretar nuestros sentimientos, cuando todavía estamos en la fase inicial de nuestra espiritualidad.
De forma sutil pero evidente y real se crea un «enamoramiento» hacia el maestro, pero de forma errónea se tergiversa y en lugar de ver en la figura del maestro al representante de Dios, el enamoramiento se produce hacia la misma persona del maestro espiritual.
Y entonces es cuando, sin querer, nacen las rivalidades, envidias, celos, competitividad entre algunos discípulos… a los pies del maestro … Como niños se atormentan con «¿por qué a mi no me presta tanta atención como a fulanito? ¿por qué quiere más a menganito que a mi? …
Salen a la luz los sentimientos que oscurecen las relaciones y que resultan ser insoportables e incontenibles, verdaderos celos, entre algunos discípulos por culpa del «amor» malentendido que profesan estando al servicio del maestro.
Éste amor es terrenal, mental, físico y por ello posesivo. El sano y verdadero amor hacia un maestro debe ser devocional, desinteresado e incondicional, no personal.
Me apena saber que algunos llamados maestros se aprovechan de esta situación y fomentan, para su propio beneficio, la rivalidad y celos entre sus discípulos.
Hace unos años estando en el Ashram de AMMA en la India, ella misma nos sorprendió a todos los presentes, que éramos varios miles, llamando la atención sobre ese comportamiento entre sus más cercanos discípulos y voluntarios.
El Ego actúa para confundirnos. Elevemos nuestros pensamientos y sentimientos. Deshagámonos de nuestra identidad terrenal para que nuestro corazón realmente reconozca el verdadero AMOR.

Paramahansa Yogananda, el famoso autor místico del libro «Autobiografía de un yogui» escribió «El éxito solo se puede medir por la medida en que tu paz interior y tu control mental te permiten ser feliz en todas las circunstancias. Eso es un verdadero éxito«.
Doy gracias a Dios por el regalo que puso en mi camino cuando ya no esperaba nada; el maestro espiritual.

