La inmadurez es no haber desarrollado la capacidad para pensar. Y esto crea dependencias. El no saber pensar y encarar la vida por ti mismo te deja desarmado sin posibilidades para enfrentarte a la realidad de tu ser.
Madurar significa crecer y tomar responsabilidad sobre ti mismo. Tener confianza en ti mismo te ofrece la valentía de experimentar una y otra vez sin resultar abatido. Da igual el resultado, lo vuelves a intentar.
Muchas personas tienen miedo a que les puedan dañar las energías negativas de otros; pensar así es algo común hoy en día. Hoy en día todos hemos oído hablar de que hay muchos entes malignos que pueden dañarnos. Está habiendo un espacio perfecto para crear miedos ‘pre-fabricados’ en las mentes débiles y vulnerables.
Ante la demanda de protegerse del mal que viene de afuera, ha nacido un buen mercado para todo un mundo inmaduro que emerge lleno de supersticiones y conflictos fantasmas.
A veces estos miedos se vuelven obsesivos y los psicólogos y psiquiatras más que nunca están atendiendo un gran número de fobias entre todo tipo de personas de todas las edades. Lamentablemente, con fármacos químicos, los efectos son dañinos y se hacen crónicos.
En las sociedades modernas, la mayoría de niños y adolescentes tienen problemas por falta de orientación, concentración y educación, a todos los niveles que precisa el ser humano; responsabilidad hacia su cuerpo físico, cómo desarrollar su capacidad mental y emocional y cómo crecer espiritualmente.
La mejor y mayor protección que uno puede obtener sobre las ‘energías negativas’ de los demás, es vivir según nos dicte nuestra propia Conciencia. Ella nos ayudará a seguir el Camino de la Verdad. Escuchar y reconocer la Verdad es la mayor protección.