A ratos estoy a la defensiva, a ratos me desplomo y cedo, a ratos ataco, otros ratos imploro y alzo la voz o me callo, lloro …
Me rindo y suplico, perdiendo la seguridad en mi mismo. Me hacen dudar y pido disculpas aunque no sé bien en qué he fallado o qué he hecho mal. Al final siento que no entiendo nada y me echo la culpa por mi torpeza … no me quiero ni yo…
Me propongo mejorar. Tengo miedo. Me digo que tengo que mejorar mi carácter, mi personalidad, mi actitud, mi día a día, mi voluntad …
Me propongo perfeccionarme. Y la idea me alegra y alivia mis sentimientos de culpa. Voy a ser mejor para que me quieran. Voy a ser bueno para que me acepten y me reconozcan. Existo. Soy … en mis ratos de lucidez y valentía… ¿soy?
Reclamar, amenazar, exigir, juzgar,castigar y humillar es fácil para los corazones cobardes y soberbios que se ensañan con los vencidos y sumisos.
Digo basta. Me posiciono en el centro de mi Ser. Firme en mi dignidad e integridad. Soy yo mismo y no permito que nadie vomite sobre mi sus propias miserias. Defiendo mi territorio; mi corazón y mi alma.
Digo basta. Soy libre. Mi Conciencia ha despertado. Ya no me afecta lo que digan los demás de mi. Me mantengo atento. En conexión con mi Ser.

El ser humano lleva inscrito en su instinto, códigos y modelos de conducta. Estos arquetipos o estructuras anímicas, están en el inconsciente colectivo, y existe una similitud en todas las razas y culturas. Algunos hábitos de conducta pueden ser patrones heredados y no ayuda para nada el justificarnos diciendo «yo soy así o soy igual que mi padre».