
Para entender y poder poner en práctica lo que significa quererse a uno mismo es mejor fijarse en el contrario: castigarse a uno mismo o la falta de amor hacia sí mismo.
Cuando uno no se quiere, no se valora ni se cree merecedor de ser querido, vive en la infelicidad.
Normalmente estas personas son las víctimas fáciles de maltrato y violencia. Su autoestima es tan baja que los demás, algunos de forma inconsciente por cobardía, se prestan a humillarlos, a burlarse de ellos, a someterlos.
Muchas de estas personas con baja autoestima están cargadas de sentimiento de culpa.
El sentimiento de culpa es como una gran roca encima tuyo que te aplasta y no hay razonamiento que sirva para sacársela de encima. El sentimiento de culpa es un veneno que te han ido inoculando poco a poco los que te repiten una y otra vez «no sirves para nada», «eres un inútil», «por tu culpa soy infeliz, por tu culpa que eres tan torpe» «por tu culpa …».
Es el sentimiento de culpa el principal sentimiento aniquilador y de estancamiento para que una persona se deje de querer por no sentirse merecedora.
Protegerse de la opinión de los demás, tener localizados a los «depredadores» para no caer en sus trampas y mantenerlos lejos, estar atentos y en guardia contra los manipuladores que intentan sabotear nuestra paz interior, es el primer paso. Sabiendo que este tipo de personas siembran un campo de minas con sus comentarios, ahora aprendemos a no ser ingenuas, fortaleciendo nuestra identidad.
Así es como comenzamos a querernos a nosotros mismos. Aceptándonos tal como somos y sabiendo que es posible salir de situaciones que no nos hacen felices. Entendiendo que podemos sanar las heridas de nuestro corazón y pasar página.
Querernos a nosotros mismos significa prestarnos atención, ser amables con nosotros mismos, dedicarnos tiempo y escucha, arreglarnos para sentirnos a gusto con nosotros mismos, escuchar música y bailar, sonreír para nuestro adentro, no sentirnos obligados a complacer a nadie, no sentirnos responsables de las responsabilidades de los demás. Todo eso y más, aunque comiencen a llamarnos egoístas.

Hablar de la madre ausente me toca de lleno, así que no es fácil. He tenido una madre ausente y yo jugué el mismo patrón sin ser consciente de ello.
Seguir ciegamente las creencias de otros nos puede llevar al despropósito. Intentar dominar el ego y sus desatinos desde una mente obcecada lleva al fracaso. Una mente fantasiosa, confabulada con un ego insensato convencido de su superioridad, siempre tiene lista alguna trampa mental para burlar las buenas intenciones de esa parte del cerebro que intuye el desvarío.
El sufrimiento psíquico nos inmoviliza y nos condena a no poder alcanzar nuestros deseos más profundos. Todos, en algún momento, sentimos alguna emoción negativa que nos perjudica, alterando nuestra tranquilidad mental y emocional. Pero existen TRES de ellas que quizás sean las más frecuentes y que nos hacen reaccionar sin poder controlarlas debidamente. Pero estas emociones nos dan lecciones de vida:
El dolor del alma, el dolor del corazón espiritual, surge para que el Ego finalmente se rinda y reconozca cuál es su papel en esta función. El dolor aparece cuando se rasgan los velos de la ignorancia y la soberbia y nos enfrenta a nosotros mismos.
La vida es una corriente de energía vital, con una vibración, frecuencia, Luz, Conciencia, Inteligencia… variante.
La vida es un DESAFÍO, acepta el reto. Valdrá la pena tu dedicación a mejorarte ti mismo.

