
En Kerala, India, se levanta el Ashram sagrado de Amma, donde se realizan prácticas espirituales y actividades humanitarias a nivel mundial. Es un complejo enorme donde residen más de tres mil personas que están haciendo allí un voluntariado, más los renunciantes devotos de Amma que administran y controlan lo que se ha convertido en una gran maquinaria humanitaria, más personas comunes como yo, de todas partes del mundo, que van allí a pasar unas semanas o meses y también años, cerca de esta Avatar, que se dedica a viajar por el mundo despertando los corazones a la compasión y llevando un mensaje de Amor y toma de Conciencia.
Su energía es tan poderosa que todo el lugar está impregnado de ella. Me di cuenta el primer día de llegar allí: todos los recién llegados entramos en un estado de somnolencia soporífera, que nos ayudó a adaptarnos a las altas vibraciones del lugar. Es la explicación que me dí a mi misma, pues ya después no me volvió a ocurrir.
Luego todo se hace fácil y familiar; el clima, la comida, horarios, amoldarse a diferentes mentalidades y reglas que allí se exigen, como la vestimenta y el comportamiento.
En todo el gigantesco espacio y sus numerosos recintos y plazoletas, escuché hablar tanto en catalán y español con diferentes acentos. Pero sobre todo en inglés norteamericano.
Los días se llenaron de ceremonias de adoración y meditaciones en el Templo, recibir el DARSHAN (abrazo) de AMMA. Cantos devocionales (Bhajans). Charlas de Amma (Satsang). Y el alimento bendecido por Amma (Prasad).
Fue al marchar de allí cuando comencé a darme cuenta del cambio en mi.
La transmutación que registra el cuerpo y la mente por la poderosa energía que transmite Amma y volver a la realidad de mi vida diaria, no fue nada fácil.
Sólo contaré que hicimos un descanso de un día para llegar al aeropuerto para que no fuese demasiado brusco el cambio. Yo me empecé a sentir muy extraña sin saber el motivo. Me preguntaba una y otra vez qué me estaba pasando. Ya en el avión, después de varias horas de vuelo me di cuenta de qué se trataba: ¡Volvía a funcionar desde la Mente!
No salía de mi asombro: Durante mi estancia con Amma mi frecuencia subió y experimenté el estado de paz que produce tener la Mente en calma, prácticamente sin pensamientos y viviendo el Presente. Todos estábamos viviendo una Realidad superior. Experimentamos el contacto profundo con el propio Ser.
Al salir de ese lugar sagrado de inmenso poder energético, volvimos a la realidad densa de la tercera dimensión. Así lo entendí.