Lo personal y lo universal

ser humano geometria De la misma manera que nos hemos creado  un dios personal y existe un Dios Universal, tenemos un alma personal y otra parte en ella  que pertenece al Alma Universal. El dios personal, lo tratamos desde la mente y las emociones, es el que hemos hecho a nuestra medida y necesidades; nos enfadamos con él, le exigimos, le lloramos y suplicamos. El Dios Universal abarca toda la creación y en Él nos diluimos y desaparecemos como ente individual. El Dios Universal es la Energía Creadora del Amor Puro incondicional.

El alma personal gobierna nuestra conciencia terrenal y nuestros actos, la  personalidad y el carácter influyen en ella y modifica el karma para bien o para mal. Esta parte del alma puede ser dañada por el sufrimiento y un Ego indomable.

La parte de Alma Universal en nosotros se mantiene  imperturbable. Es la parte que permanece pura y conectada con el Espíritu Universal. Cuando reconocemos y decimos Yo Soy un ser de Amor infinito, está manifestándose esa parte de nuestro ser; nuestra esencia. Conectar con ella es el despertar de la Conciencia Universal en nosotros.

No debemos castigarnos a nosotros mismos; culparnos por nuestros errores y quedarnos atrapados en el pasado o en una actitud de víctima.

Tengamos presente que podemos recurrir a esa parte pura de nuestra alma para que nos ayude a reconstruirnos y reconducir el curso de nuestro destino.

Podemos hacer que nuestra alma personal se convierta en el Observador que  elige, decide y crea su propósito de vida. Y si esto lo hace en concordancia con el Alma Universal, será guiado hacia planos superiores donde lo que reina es el puro amor.

 

Palabras que sobran.

mujer arbol inclinado por Cristiana CeppasHay palabras que no deberían existir, por ejemplo, víctima, resignación … Las palabras están vivas y algunas actúan como las garrapatas; penetran en el interior sin que te des cuenta y silenciosamente comienzan a alimentarse de tí causándote debilitamiento y cansancio e inclusive te pueden ocasionar fatales consecuencias.

Lo que quiero decir es que es fácil caer en la trampa de que al etiquetarte o encasillarte como «víctima», eso te proporcione un consuelo esteril y te abandones cómodamente a esa postura, tomándolo ya de por vida, como un modelo o patrón inherente.

Todas esas palabras identificativas pero con caracter negativo, quedan grabadas en la mente -y en el corazón- como si se tratasen de distintivos rotundos e inamovibles. Con el gravamen de toda la corroción que crean en el cuerpo emocional como son las dependencias, la falta de estímulo y energía, la amargura, la rabia y una actitud vital pesimista y de resignación, entre otros sentimientos que llevan a la infelicidad.