
Hay que desafiar al miedo hasta que uno se sienta seguro de sí mismo. Ganarle terreno haciendo incursiones puntuales con pequeños retos, sabiendo que el miedo se conquista, sabiendo que el miedo es el enemigo principal con el que debemos encararnos… y sabiendo que solo es un fantasma.
Por ejemplo, el miedo a fracasar, es solo una etiqueta. Cuando experimentamos de forma negativa algo que no está hecho para nosotros o simplemente algo que hemos encarado fuera de su momento, lo llamamos fracaso. Ese pensamiento desestabiliza nuestro ánimo y la confianza en nosotros mismos. Nos sentimos confundidos si algo no resulta como habíamos pensado y a eso le llamamos fracaso pero tan sólo es una reacción negativa; existen otras formas de encararlo.
El fracaso en una relación que se rompe nos crea un sentimiento de decepción e inclusive nos lleva a la depresión porque habíamos puesto nuestras ilusiones y expectativas en ella. Pero también puede verse como un aprendizaje que ya ha cumplido su cometido y que nos ha preparado para algo más afín a nosotros. Sin cargar las culpas en los demás podemos decir que todo depende del cristal con que se mire.
La persona que se conoce a sí misma no se abandona al miedo ni carga sobre los demás la responsabilidad sobre su felicidad.
Para los que se sientan bloqueados, decirles que se puede encontrar una salida a otra realidad mucho más amable y de ello depende nuestra actitud. Podemos desprogramar nuestra Mente, limpiar el disco duro mental y ya, de manera consciente, introducirle nuevos pensamientos, nuevos hábitos, con la intención de construir positivamente una nueva visión para que todos estos cambios nos hagan dar un salto a una nueva etapa más plena y satisfactoria en nuestra vida.
Dijo el pensador Séneca: «Tu poder radica en mi miedo. Ya no tengo miedo, tú ya no tienes poder».

Tenemos la capacidad de gobernar nuestra mente y nuestra energía vital. Tenemos la capacidad de aprender a ordenar esta energía; refinarla, almacenarla y dirigirla hacia nuestros centros energéticos superiores para despertar y desarrollar la INTUICIÓN, que es desde donde despegaremos para navegar hacia otras dimensiones de nuestro Ser.
Levantamos muros cuando nos sentimos amenazados. Los muros que levantamos en nuestra mente nos aíslan del exterior; pero también de lo bueno que nos podría enriquecer. Si mantenemos una actitud de mente cerrada nos apartamos de las nuevas ideas y de las nuevas posibilidades.
El miedo es algo indefinido pero resulta ser nuestro enemigo natural cuando la mente inferior nos domina. A medida que vamos conociendo a ese enemigo que nos atormenta o nos tiene maniatados, nos damos cuenta que no es como creíamos en un principio; no es monstruoso, no es tan peligroso como pensábamos ni tan fuerte y ni siquiera es invencible…

