Las guerras por la paz no existen.

No hay guerra buena o aceptable, no hay guerra válida, justa, razonable, deseable.

Cuidado con los ególatras, los narcisistas, los malvados, que las promueven, que incitan al odio, a la revancha o a alimentar fanatismos.

¿Qué hacer con los dirigentes ególatras que se sienten con derecho a invadir a otros países?

Estar dispuesto a entrar en guerra, supone la posibilidad de perder y morir. Hay que contar con las consecuencias. Dejando a un lado la parte emocional e ideologías idealista, qué acción es más inteligente y sabia. ¿Qué resolución causaría menos daños, menos muertos?

Al final de una guerra, todos los pueblos reconocen que las pérdidas son mayores que las ganancias. Que el horror vivido deja huella para siempre.

¿Cuándo recuperaremos la estabilidad y la razón? ¿Cuándo superaremos de una vez por todas la Era del egoísmo y la codicia?

Cuando el entendimiento y la moderación se hagan eco en los corazones de todos. Cuando no haya más rivalidad y desencuentro en la Tierra y haya Paz y Amor bajo el Cielo,

¡Que brille nuevamente la Luz del entendimiento! Que avancemos como seres humanos.

Somos Unidad.

Reparar conflictos

No se nos está pidiendo ir a la guerra sino que nos quedemos en casa. Y ni esa responsabilidad que tenemos para con todos parece que muchos no son capaces, desde su egoísmo, de entender y cumplir.

Parece que a algunos les cuesta tomar conciencia de que los CAMBIOS sociales que todos queremos y vemos que son necesarios, comienzan por hacer una transformación de forma individual, en nosotros, en todos los niveles de nuestro ser.

Sentirnos encarcelados en nuestra propia casa es un síntoma de conflicto con uno mismo que ha llegado la hora de resolver. Hemos evitado enfrentarnos a nosotros mismos, a nuestras frustraciones, decepciones, infelicidad, mal humor y rabia reprimida, …

Si es así, es hora de aceptar que somos prisioneros pero de nuestros condicionamientos, de nuestros apegos y nuestros miedos.

Las víctimas de la vida son las que están padeciendo esta crisis global de forma traumática, por el desconocimiento de sí mismos y su debilidad mental y emocional.

Estar en paz con uno mismo, bajo cualquier circunstancia exterior, es posible cuando uno se ha trabajado el equilibrio entre la mente y el corazón. Cuando se ha aprendido a trascender y relativizar los problemas sin permitir que se conviertan en sufrimiento. La confianza en uno mismo y la claridad mental se hacen necesarias.

La solidaridad, la gratitud, la templanza y la compasión son valores necesarios de desarrollar en estos momentos.

Buen momento para comenzar a hacer limpieza en casa.