Las personas de alrededor cuando comienzas un camino espiritual creen que te estás sacrificando, se compadecen de ti pensando que estás dándole la espalda a los placeres de la vida; te tachan de infeliz, raro, inadaptado …
¿Es un sacrificio renunciar a la comodidad aparente de la vida mundanal a cambio de la paz que descubres en tu interior?
¿Es eso un sacrificio?
¿Renunciar a los apegos del amor interesado y posesivo por alcanzar la dicha que va más allá de lo expresable, es eso un sacrificio?
¿Es un sacrificio renunciar a cosas o estatus o dinero cuando a cambio te sientes libre de manipuladores, chantajes emocionales, ataduras, obligaciones impuestas, falsedades, condicionamientos limitantes, inquisidores, culpabilidad, miedos …
Renunciarse a sí mismo, eso sí es un triste e inútil sacrificio.
Quien se libera de las ataduras, provee a su corazón de nuevo aliento.
Hay que ahuyentar con firmeza a todos los miedos que nos estén acosando, inclusive esas personas que con sus consejos -y por nuestro bien- sólo pretenden reducirnos.
Remontar toda limitación es elevarnos hasta nuestros orígenes.

«¡Niño estate quieto!» pretende ser una frase mágica pero no lo es. Los niños no están en estado de reposo ni un minuto; es normal, son niños, tienen mucha vitalidad. Lo malo es cuando a la fuerza se les obliga a estarse quietos y tienen que REPRIMIR su energía -que no saben canalizar o almacenar- … porque la infancia es la etapa de la vida para descubrir, curiosear, experimentar y dar rienda suelta a la imaginación…