Ya sé que molesta hablar de Dios, de la Voluntad Divina y de la Fe… pero es que no se le puede dar más rodeos ni negar la espiritualidad que forma parte de nuestro ser. Tampoco caben ya palabras absolutas que nos encierran y separan de otros que piensan y viven de forma diferente. Todos formamos parte indivisible del Uno.
A las instituciones religiosas se les mueven los cimientos en estos momentos porque precisan de reformas de base. Estamos evolucionando como seres humanos porque la Conciencia está despertando… gracias a Dios.
Debemos trabajar en nosotros para crear una energía refinada, necesaria para alimentar a nuestro espíritu; nuestra esencia primordial eterna.
Llegar a nuestro corazón espiritual y conectar con nuestra Alma es lo que pacifica y serena a nuestra mente. No hay otra fórmula que romper con toda resistencia de nuestro ego. Los Caminos son muchos, las herramientas y prácticas espirituales también, pero a donde hay que llegar es al Centro de nuestro Corazón espiritual.
Y es nuestra responsabilidad y es un trabajo que cada uno debe hacer. Y no hay ministros ni altas jerarquías religiosas que nos puedan amonestar o perdonar sino nosotros mismos en comunión directa con la Conciencia Suprema.
