Trabajo de desidentificación

Mujer corazónMe envuelven -sin ser yo consciente de ello- capas de ideas,  creencias, normas educacionales, condicionamientos sociales   y pensamientos que en realidad no son míos. Simplemente me identifico con ellos y se han quedado pegados a mí… y ahora me resulta difícil desidentificarme de lo que en realidad no soy yo.

Cuando vivimos en parte una  vida impuesta por otros, nos desgastamos energéticamente por el desequilibrio y el esfuerzo que supone actuar  de una manera contraria a nuestra naturaleza… por contentar a otros o por temor a ser diferentes o no encajar con lo establecido como normal y bueno…

Si uno es voluble, sensible e inseguro, atraerá a personas manipuladoras y situaciones de conflicto.

¿Con qué me identifico? ¿Cuál es la idea que tengo de mi mismo? Primero voy a aclarar cuál es mi identidad y fortalecerla «para no ser una hoja a merced del viento» como diría Castaneda…

Partiendo de la conciencia de mí mismo que ahora despierta, abro mi mente de forma positiva,  entendiendo que lo que puedo recibir de las personas y de las circunstancias está en la medida en que yo doy y de cómo yo mismo las vivo.

Aprendo a vivir con independencia interior. Así es como realizo una renovación de mi propia conciencia de ser. Pongo en marcha una expansión en cuanto a mi modo de ser y activo mi capacidad de expresarme con convicción y firmeza (si vale la pena hacerlo)… porque el Silencio también es valioso y no necesito el reconocimiento de nadie.

 

Desbrozar la mente

espirales de coloresHace ya diez años asistí a un curso de Terapia Regresiva en Barcelona.  Lo que menos me imaginaba es que yo misma iba a experimentar un cambio radical en mí debido a lo que experimenté durante las prácticas que haciamos entre los alumnos, bien como terapeutas y también como pacientes.

Una de las veces que me tocó prestarme como paciente, después de conseguir una relajación muy profunda, el compañero que hacía de terapeuta me dirigió hacia el subconsciente y me pidió describiese dónde estaba.

Yo había entrado en un estado que se llama  conciencia expandida y estaba vivenciando algo muchísimo más que alucinante. Me costaba articular palabras y con gran dificultad de habla comencé a explicar «… no sé dónde estoy, ni siquiera se qué soy o si soy… lo que veo es la inmensidad, colores, formas preciosas; espirales, esferas, tubos … soy energía viajando dentro de la energía… de muchas formas. A veces alguna me absorbe… no hay destino ni razón … soy espectadora de esa inmensidad impresionante y al mismo tiempo soy todo eso… no hay mente, no hay sentimiento, no hay nada… solo ES sin propósito aparente… es imposible explicarlo …»

Después de esta experiencia y otras parecidas que viví, volver al estado normal de esta realidad, me desconcertó. Me costó asimilar lo que mi mente quería triturar para darle una explicación lógica.

Imagino que los «viajes sicodélicos» que producen alguna droga o alucinógeno te pueden llevar a este tipo de experiencias, no lo sé, aunque sí es seguro que tiene el peligro de quedarte «colgado» en otras dimensiones. O como le ocurrió a Castaneda con tanta droga que ya no sabía si estaba despierto o soñando o cuál era la realidad … muy peligroso.

Creo que estoy hablando de otra cosa y no de alucinaciones que es donde te lleva la mente.  Cuando sales de la mente entras en un  estado de no-mente; el vislumbre de un estado elevado de inmensa paz y dicha.

Cada persona es única y mi experiencia  dentro de la terapia regresiva es que, primero hay que hacer un trabajo de desbrozar la mente;  quien tiene impaciencia y expectativas o miedos y resistencias, se desiluciona pues quiere resultados inmediatos. El ego juega malas pasadas e inconscientemente desea verse en una vida pasada como alguien muy importante o… ¡tanta variedad de fantasías!

La terapia regresiva es una de tantas herramientas para conocerse a sí mismo. Pero primero, repito, hay que limpiar la mente.