
El sentimiento de culpa es muy doloroso porque inconscientemente el culpable renuncia a vivir de nuevo, no sintiéndose merecedor. Es tremendamente doloroso porque asfixia la alegría natural del Alma. La culpa, que no encuentra perdón, crea auto-castigo y puede incluso arruinarnos la vida por ser un peso en el corazón que nos frena a seguir adelante con esperanza.
La Mente experimenta la vida. Si la Mente vive desde el remordimiento y condicionada por traumas pasados, de qué manera experimentará su alrededor… ¿desde el miedo, la desconfianza, inseguridad, baja autoestima…?
Es muy recomendable cuestionarnos a nosotros mismos nuestros actos para nuestro aprendizaje pero de ahí a convertirlos en pecados que nos lleven al «mea culpa» y nos auto-flagelemos de por vida, eso no.
El arrepentimiento debe darse en un juicio con nosotros mismos y luego pedir perdón y perdonarnos a nosotros mismos, para que nuestro corazón se reponga y sane, abierto nuevamente a amar.
Dejémonos guiar por nuestra Conciencia. Libres de conflictos internos. Debemos amarnos a nosotros mismos para poder avanzar.

Levantamos muros cuando nos sentimos amenazados. Los muros que levantamos en nuestra mente nos aíslan del exterior; pero también de lo bueno que nos podría enriquecer. Si mantenemos una actitud de mente cerrada nos apartamos de las nuevas ideas y de las nuevas posibilidades.