La dimensión más elevada del ser humano es la espiritualidad. Y como somos una entidad energética, entendamos y aceptemos que somos parte de la Gran Luz; el Amor Incondicional. Tener esta certeza de nosotros mismos siempre presente es «estar consciente de SER».
Hoy en día se tiene una comprensión mayor de las Verdades Universales y entendemos que los humanos somos seres con diferentes niveles de Conciencia. Que cada individuo vive su proceso de desarrollo y maduración, y avanza en la medida que su Conciencia se despliega.
Llegar a esta comprensión nos hace más tolerantes y compasivos con los demás y nos ayuda a avanzar hacia el Amor Incondicional. Entrar en este flujo de energías nos limpia de la carga de las energías densas y negativas como son las del odio, la venganza, la envidia, el rencor, etc.
Y no entramos en juzgar si «bueno» o «malo»; simplemente reconocemos que nos tenemos que librar de esas energías porque nos esclavizan, no nos dejan CRECER.
Cuanto más limpio y vacío tengamos el canal de energía que nos une con la Energía Primordial del Amor Incondicional, es decir, el que conecta nuestro espíritu o parte divina con la Divinidad, más potenciaremos todo nuestra capacidad para percibir la Fuerza Sustentadora, para poder así entrar en contacto con el Conocimiento directo de la Realidad y poder salir así del mundo ilusorio en el que vivimos.
Cuando conseguimos, a través de la disciplina de prácticas espirituales y la acción correcta, la certeza de nuestra identidad, tomamos decisiones dejándonos fluir con la intuición, sabiendo que demasiado razonamiento y reflexión nos paralizarían: Existen otras dimensiones y planos que éstos dos no entienden y se resisten a conocer.
