Reiki me ha dado la comprensión y la percepción práctica y clara sobre las diferentes energías. Me ha enseñado cómo nos afectan y también cómo podemos usarlas en nuestro beneficio y al servicio de los demás.
Reiki me ha enseñado gradualmente a abrirme sin miedo a la luz divina y poder decir cada día “Hágase en mí Tu Voluntad”. Y es que Reiki, hace germinar el ser divino que hay en tí y te lleva a descubrir y habitar otras dimensiones superiores en tí mismo.
Conocer y percibir las energías y cómo afectan a todo lo vivo, me ha dado una fe real y concreta; la confianza absoluta en la Divinidad de la que soy parte. Experimentar en este sentido, es expandir el ser, aún sin proponértelo o buscarlo. Todo esto va mucho más allá de lo ordinario y lineal.
Reiki es sanación por la imposición de manos. Es convertirnos en el canal perfecto para que fluya la energía de amor incondicional a través nuestro. Científicamente ya han puesto nombre, catalogado y por tanto reconocido que existe un cuerpo energético: el aura. Le llaman los científicos Bioenergía y explican que del campo energético -el aura- es de donde primero viene toda la información antes de llegar al cuerpo físico. Y que la base de toda educación será dentro de unos años a través de ese campo y no sólo a través del intelecto y de los sentidos. Cuando en el campo energético hay perturbaciones, tarde o temprano, se manifiestan en el cuerpo humano como enfermedad o desequilibrios…
Pero esto y más sabían ya los sanadores desde los principios de los tiempos… y desde el Reiki también.
