Cada caso es único y a ciencia cierta nadie sabe cómo se origina ni qué puede detener o curar esta enfermedad. Pero una cosa es bien segura; la actitu
d de la persona que la padece es primordial para que esta enfermedad sea más llevadera o no. Pero sobre todo, -la mejor medicina- el amor y la paciencia que se le dedique a la persona.
Al ver a mi madre que la padece -ya tiene 87 años- yo me preguntaba preocupada si además de la memoria uno perdia también la conciencia de ser. Porque son dos cosas diferentes y cada una tiene un nivel de importancia distinto.
Al saber y comprender que la conciencia no se pierde me tranquilicé; la conciencia está ligada al ser que somos, nuestra esencia eterna. Y la memoria viene de la mente consciente y es algo temporal. Se olvida el presente inmediato pues los recuerdos de la niñez curiosamente siguen vivos.
Si la persona es de buen caracter y si además es una persona espiritual o religiosa puede mantenerse unida a sus creencias y sentir su ser, todo ello le dará fuerzas y sobre todo supondrá el sostén que le dé referencias de quién es. Pues la mente queda vacía a ratos; se olvidan de su identidad… «¿soy viuda?'» me preguntó mi madre un día… y otras preguntas por el estilo.
Resulta desconcertante y trágico para las personas más cercanas convivir con una persona con alzheimer, sobre todo para los hijos. Pero yo pienso que hay que quitarle dramatismo y aprender a adaptarse, aceptando los hechos.
Tratarles con mucho amor y paciencia les hará la vida más llevadera… perder la historia personal no es tan grave mientras mantengan viva la llama del ser y del amor.
