Me ha costado toda una vida pero por fin lo entiendo y me siento libre del sufrimiento.
La Mente es la que lo complica todo. La que crea el trauma. La que dramatiza y magnifica los conflictos. La Mente es la que distorsiona, malinterpreta, la que se hace la víctima. La Mente es la que perpetua el enfado, los reproches, la envidia, los celos … Y todo eso crea el sufrimiento,
¿Cómo acabar con todo este sinsentido? ¿Acaso estamos aquí para sufrir? ¿Qué hace que nos abandonemos, nos rindamos y caigamos en la infelicidad o la desesperanza?
Lo dicho mil veces YO NO SOY MI MENTE.
De acuerdo, lo estoy diciendo desde el razonamiento (desde la misma Mente) así que eso no me sirve: me está engañando (ella misma repitiendo «vale, yo no soy mi mente«) para luego, cuando surge de nuevo el conflicto volver a caer y eternizar el drama.
Vamos a observar lo mismo desde otro ángulo «Yo no soy mi mente» lo digo desde el corazón. No como un pensamiento de mi mente sino como un sentido de mi corazón o de mi intuición o -mejor aún- digo «yo no soy mi mente» desde mi Conciencia, que reconozco ahora como mi Ser.
Hay que practicar. Ir hacia el interior, sentirlo … ¿Qué parte de mí vibra al decir yo no soy mi mente? … ¿Qué entiende mi corazón cuando escucha ese pensamiento, cuando doy esa orden «yo no soy mi Mente«?
Hay que practicar y guardar silencio. Practicar y guardar silencio. Practicar y guardar silencio, yendo hacia dentro, prestando oído al corazón hasta que nos responda.
«Yo no soy mi Mente» … y de pronto ella misma se coloca en su sitio, deja de ser dominante. Ya el enfoque no está sobre ella sino que nos enfocamos en nuestro corazón y en nuestra Conciencia.
Y, ni el corazón ni la Conciencia, están por la labor de sufrir sino de AMAR.








