La Relajación

Tuve el impulso de dejar de hacer, y mi mente se calmó, mi cuerpo descansó, mi intuición se fortaleció.

Mi corazón se sintió libre de prisas y pude entender mejor mi alrededor y a mi misma.

Me hice con el Silencio y él mismo me enseñó a crearlo.

Busqué la paz y mi Ser me indicó fuera al interior.

No sucumbas -me decía. No claudiques.

Sé tu misma, en tu espacio, a tu ritmo, con tus certezas. Pero estate atenta, sé observadora, cierra los ojos, respira conscientemente. Conecta con la Fuente de energía dentro de ti.

Estás viva. Equilibra tus centros energéticos desde la respiración.

Las mejores cosas surgen cuando estamos relajados.

Liberar

Cuando yo me libero, cuando siento que me estoy liberando de algo, ese desprendimiento lo siento en el corazón en primer lugar. «Me he quitado un peso de encima».

Puede que después, seguidamente, en la mente disminuyan los pensamientos… se apaciguan durante un buen rato, produciéndome una paz momentánea. El pecho también se relaja, se expande de tal forma dándonos la sensación de que cabe más aire. Tenemos más espacio en nosotros.

Todos los músculos del cuerpo se destensan por si solos -ni creíamos que eso pudiese suceder-. ¡Cuánto nos desconocemos!

Normalmente liberamos tensión, cuando ya no podemos aguantar más; gritando, insultando, pegando, saliendo de estampida, …

Ahora podemos probar de liberar tensión cantando, riendo, permitiéndonos llorar hasta la última gota, abrazando, …

la sonrisa surgirá sola, desde lo más hondo de nuestro Ser.