Aquí, en el pueblo alpujarreño de Órgiva donde vivo, me cruzo a veces con seres con los que instintivamente nuestras miradas se encuentran y ambos nos saludamos con una sonrisa amplia de reconocimiento.

Es gratificante y hermoso, te llena el día, son destellos de amor puro que las almas irradian cuando están en el presente. Vibrando en la misma frecuencia, reconoces la esencia del otro como la tuya.
Surge entonces un sentimiento de unidad y amor que confirma quien eres en tu corazón.

Las Almas, que habitan un ser que no es consciente de ella y no la atiende ni escucha, se va encogiendo y perdiendo su luz y capacidades. Sin embargo, cuando el Alma es atendida, ésta ilumina todo su alrededor y atrae Luz y bienaventuranza.

La honestidad, la integridad y la impecabilidad del Ser, son valores con las que el Alma se nutre.