Mi hermano

«Te oigo pero no te entiendo» me dice mi hermano que padece de Alzheimer, cuando ya le he repetido tres veces lo mismo, finalmente gritándoselo. Me quedo sorprendida y le pregunto «¿qué es lo que no entiendes?. Y me dice «después de la tercera palabra ya he olvidado lo que me estabas diciendo?

Yo al principio pensaba que es que estaba sordo, pero no, porque él puede escuchar el timbre del teléfono que está en su habitación a cinco metros. Así que ahora entiendo que el problema es otro… y más grave.

O sea que, no es sólo falta de memoria además de pérdida de la facultad del habla (por ejemplo en lugar de sábado dice sábana y cosas así). Para mí lo más trágico es la incapacidad para retener y entender lo que se está hablando, por muy simple que sea.

Mi hermano (79) tiene una gran voluntad; sigue yendo al gimnasio, se hace su comida, es muy creativo y pinta cuadros y en sus momentos de lucidez, primero me decia «me voy a poner bien», ahora ya me lo pregunta «¿esto tiene cura?.

Tiene momentos de risa interminable. Yo le pregunto de qué te ríes y él me responde que le vienen cosas graciosas a la cabeza. Y por la noche le visitan «personas» que curiosamente entran y salen por la ventana (lo que le parece normal) y él les preguntan qué buscan, con la desconfianza de que se lleven algo… o simplemente, dice, le miran sonriendo. Y él me cuenta todo sorprendido «si yo no los conozco de nada».

A veces me agota, debo decirlo. Al principio me sentía culpable de no tener suficiente paciencia. Otras veces me sentía orgullosa de mi misma por haber tenido mucha paciencia. También está el remordimiento de que podía hacerlo mejor.

En definitiva, como no creo en las casualidades, el que estemos viviendo juntos, lo vivo como un desafío -que he aceptado- para «pulimentar» (como diría mi madre) mi capacidad de paciencia y amor incondicional.

Trabajo de todos los días, de todas las horas, con uno mismo … los misterios de la vida …