La Conciencia nos da alas

Las verdades no surgen de las creencias sino de la Conciencia. Y las experiencias de vida atestiguan que la vida surge de la vida. Todo es CONCIENCIA… pero la mayoría de las personas las tienen encerradas …

Tanto el saber como la ignorancia son nuestras, no hay excusas ni justificaciones; sabemos tanto como queramos saber. La desinformación y el desinterés por saber sobre nosotros mismos nos convierte en simples «envoltorios«. Hemos elegido atender la imagen en lugar de dejarnos alimentar por nuestro espíritu y la Intuición.

Dentro del proceso de vida existen cinco etapas: nacimiento, crecimiento, madurez, vejez, muerte (del cuerpo). La capacidad de desarrollar estas etapas al máximo nos llevará a obtener un conocimiento directo y no tener que depender de las creencias y opiniones de los demás.

Cada etapa tiene una función. Llegar a la madurez y no haber conseguido la sabiduría de vida, que deberíamos haber adquirido, hará que la vejez se viva con miedo y desde una soledad sufriente.

Hablar de sabiduría de vida es haber llegado al entendimiento de que somos Conciencia y que a través de ella estamos conectados a la Conciencia Superior que llamamos Dios. Esta conexión viva es la que fortalece nuestra identidad como Seres humanos y divinos que somos.

Cuando la salud física y mental duran menos que nuestra vida, debemos detenernos porque algo mal hemos hecho; seguramente no atenderla con suficiente atención.

Mientras pensemos que tenemos algo que perder no seremos capaces de acceder a nuestro propio poder; el de nuestro espíritu.

Reflexionemos.

Corregir la percepción

Olvidémonos por unos momentos de nuestra identidad personal y creencias añadidas (sin experimentar por nosotros mismos) para así poder romper con las estructuras pesadas y rígidas de nuestra mente domesticada.

La naturaleza de nuestro ser esencial es otra cosa bien distinta. El Ser no se identifica con los hábitos y conceptos complejos a la que la Mente ha sido sometida. El ser esencial vibra con el Alma a otros niveles, donde la intuición se encarga de deshacer toda ilusión para ponernos en contacto con nuestra realidad dentro del Orden Cósmico al que pertenecemos, lo sepamos o no.

La INTUICIÓN, que se despliega en el Tercer Ojo, agrega Conciencia a nuestro Ser a través del conocimiento directo, transformándolo en certezas, despejando así todo el campo de posibilidades al que podemos aspirar, una vez liberados de todo condicionamiento y apegos.

Cuando se llega a ese nivel de Conciencia, donde ya no existe ninguna duda, experimentamos que no queda nada fuera de nosotros mismos. Se trata de la aceptación de la realidad que hemos conseguido percibir en su totalidad.

El Universo te tiene en cuenta… y lo sabes.

Mi Yo

Mi Conciencia me indica que debo actualizarme continuamente. Mi intuición me avisa y anima para que así sea. Me pone en alerta de mi yo-mental que se resiste a ello.

El Conocimiento directo -que no pasa por la mente- convierte en desafío mi anhelo de avanzar y concentra la energía en esa dirección para que no me acomode.

No es mi Yo quien decide, es la Conciencia Superior, a la que entrego mi voluntad.

Por momentos se diluye la identidad personal y una aparente apatía no es nada más que he dejado de tener deseos o preocupaciones por el futuro. Confío. Mi corazón palpita desde la certeza absoluta que el Universo y la Madre Tierra me protegen.

La Mente se vuelve cada vez más sencilla. Los pensamientos parecen elásticos y el espacio entre ellos también se alarga. Lo personal y cotidiano pierden importancia al entrar el Ser en otras dimensiones .

El cuerpo físico, es solo eso, el vehículo. Es el Alma y el Espíritu quienes cobran ahora su magnificencia.

Mi respiración se hace consciente y siento que te amo, lo sepas o no.