Cuatro cosas tienes que observar en tí: 1)La respiración. 2) Los latidos del corazón. 3) Las tensiones en el cuerpo físico. 4) Los pensamientos.
1) La respiración tiene el poder de crear o cambiar el estado de ánimo. Si respiramos conscientemente nos mantenemos en el Presente. Si prestamos atención a la respiración estamos centrando todas nuestras energías dispersas, nos ayudará a pensar y clarificar ideas.
2) Los latidos del corazón se alteran según nuestros sentimientos y emociones; miedos, ansiedad, intranquilidad pero también por noticias agradables, ilusiones nuevas y por amor. Hacer que el latido de nuestro corazón sea rítmico, estable, pausado, … y que nada le altere; ni bueno ni malo… siempre relajado, sereno, sin que nada del exterior le perturbe, ayudará a mantenerse concentrado en el Yo Superior.
3) Las Tensiones en el cuerpo físico nos parecen normales y las padecemos sufridamente o tomamos fármacos para aliviarlas. Nuestro cuerpo nos avisa -como última instancia- de que algo no va bien a nivel emocional y mental. Y el cuerpo se contrae, se agarrotan los músculos de la nuca, los hombros, la mandíbula… no dormimos bien, la boca del estómago se cierra, tenemos dolor de cabeza… ¿No nos vamos a parar a escuchar lo que nos dice nuestro cuerpo y solucionarlo con responsabilidad?
4) Los pensamientos. ¿Qué pensamientos y preocupaciones nos están perturbando? ¿Para cuándo dejamos el prestarles atención, poner orden, deshacernos de todos los «archivos mentales» viejos para vivir el día a día poniendo la atención en el Presente? Aprender a vivir la vida desde una mente serena y apaciguada es lo que nos brinda paz interior.
Mientras nos cueste enfrentarnos y prestar atención a nuestros problemas y elegir soluciones, nuestro cuerpo no se destensará, la cabeza seguirá bombardeandonos con veinte mil pensamientos, nuestro corazón seguirá aturdido reaccionando descontroladamente y nuestra respiración seguirá siendo inconsciente y mecánica como todo en nosotros.
