Las Almas despiertas

La sociedad se maneja con reglas de falsa humildad y disimulo, esforzándose por tener la mejor apariencia, de cara al mundo externo/material. Ha quedado en el olvido que -como Almas- somos todos iguales, la diferencia está en que muchas, la gran mayoría de las Almas, están todavía dormidas, encapsuladas en un cuerpo físico, sin capacidad de desplegar su potencial divino.

Un Alma despierta siente, desde la UNICIDAD. Ella siente todo el colectivo humano y todos los demás seres vivos como UNO sin distinción. El Alma humana, estando en contacto con la Naturaleza, siente, la presencia de la Madre Tierra como puro Amor, de ahí su respeto profundo por ella.

El Alma despierta identifica el cuerpo físico como simple vehículo -maravilloso- por el que se responsabiliza y siente gratitud. Tiene una Mente a su servicio, con capacidad para conectarse con la Mente Superior y así cumplir su cometido dentro del Tiempo/Espacio que tiene asignado. Se sabe eterna junto con el Espíritu. Por ello su confianza es absoluta, en sí misma y en el Orden Divino de la Fuente Creadora. De ahí, la paz interior que irradia.

El Alma despierta ha recuperado el poder al saberse bendecida y que Dios actúa a través de ella.

Por supuesto que un Alma despierta, no ocupa el cuerpo de un ser mediocre que todavía no ha evolucionado. El Camino hacia el despertar es arduo y de forma sincronizada Cuerpo/Mente/Corazón.

El Alma despierta enseña a la Mente a guardar silencio y es discreta para que no parezca alarde o pretensión su LUZ.