
Soñé que asistía a mi propio funeral. Allí estaban todos los amigos y familiares llorándome de forma teatral, me pareció a mi. Observaba todo el panorama entre asombrada y burlona. Ellos no se enteraban de mi realidad. Habían ido a despedirme, a darme el último adiós, a rezar por mi … pero eso a mi ya no me afectaba. A los más cercanos con tiempo ya les había avisado que me quedaba poco, que me iba a ir sin que ellos hubiesen tenido el interés o curiosidad de haberme conocido.
Pero ellos no se enteraban. No se enteran -me dije. No se enteran. Siempre hubo falta de comunicación.
Entonces me asaltó una pregunta ¿sabe Dios que existo?
¡Qué engreimiento! He estado experimentando todas las dimensiones de la vida. Sé que no hay un propósito individual. Los seres humanos somos UNO con la vida. Somos energía.
La intención le sirve al ser humano con Conciencia. Pero el propósito y el sentido lo pone la Mente, que es muy limitada y engañosa.
Me viene a la Mente un dicho: «Nada puede destruir al hierro, solo su propio óxido«.
De igual manera, nada puede destruir a una persona, solo su propia mente.
La clave para marcharnos de este mundo en paz es la aceptación sincera, total,
