Nuestra infinitud

Es otoño, un día estaba paseando entre enormes árboles y observé una hoja bailar en el aire largo rato, después de soltarse de la rama en la que estaba y finalmente posarse en el suelo. Pensé: durante tanto tiempo las hojas de los árboles ven a los pájaros volar, dejándose llevar por el viento o simplemente se desprenden graciosamente, planeando en el aire, sin miedo, que luego los imitan.

Con los humanos sucede que, a medida en que los velos de la inconsciencia van desapareciendo, la Conciencia se amplifica, se expande, se clarifica, y viene a ser como esa hoja al viento, que no pone ninguna resistencia y se deja mecer, permite ser llevada sin preguntar o preocuparse a dónde va a caer ni siquiera se preocupa qué sentido tiene su final.

Sentir esa libertad del Ser, que se sabe parte del Todo, protegido por la Madre Naturaleza, además de sentir la unión con otras almas… este reconocimiento hace también ensanchar el sentimiento de Amor a otros niveles. Es experimentar el SENTIR -como un abrazo- abarcando el infinito.

Cuando se hace posible vivir el AMOR, fuera de los límites marcados por nuestra lógica mental, entonces entendemos lo que es la inmensidad del Amor Universal y la confianza absoluta de que estamos dentro de un Plan divino, que nuestra mente es incapaz de entender en su totalidad.

Salir de la Mente quiere decir, permitirnos ir más allá de todo condicionamiento. Romper con hábitos, formas, creencias, con el fin de VER la complejidad y la sencillez de la infinitud del Ser-

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