
Si nos damos tiempo a ser observadores de nosotros mismos, sin adelantar acontecimientos, sin forzarlos, entonces veremos, desde dentro, la magia de la vida, sin implicarnos demasiado, con desapego.
Sabremos encontrar ese término medio entre el hacer y no-hacer, experimentaremos lo que es ser pacientes, sabiendo mantener la calma y la confianza en el Orden SUPERIOR.
Veremos llegar las cosas en su momento preciso y entenderemos sin cuestionar porque también las respuestas llegan por si solas, cuando han madurado y estamos abiertos para escucharlas.
Vengo de una familia en la que no sabíamos expresar ni comunicar. Había miedo a preguntar porque las miradas frías te paralizaban. Ante un padre autoritario no hay réplica, no hay cuestionamiento ni posibilidad de defender ideas propias. Así que, los subordinados dejan de pensar; la frustración es callada, muda; resignada.
Crear el ánimo y la voluntad de seguir adelante con la intención de llegar a descubrir la propia naturaleza y talentos es una tarea ardua. Darle una motivación y propósito a la vida, manteniendo la sencillez de mente y corazón, ayuda mucho a sentirse en paz con uno mismo. Despertar la Conciencia y permitir que sea ella quien nos guíe, dice mucho de nuestro grado de madurez.
Descubrir lo extraordinario en lo común y cotidiano.
