VII. Cosas mías

Alguna vez sucede que mueres aunque sigas respirando. La muerte solo ocurre cuando la persona que amas te dice que ya no te quiere. O no te dice nada pero te trata con indiferencia para que te enteres, y eso duele todavía más.

Entonces sientes que se abre la tierra bajo tus pies y te traga. Y te asustas mucho porque, estando hecha polvo, no sabes quién eres. Te preguntas quién soy y no encuentras respuesta. … eras tan dependiente de tu amor, que al perderlo, no puedes reconocer tu identidad … imposible.

Esa última muerte ya me había sido anunciada, muchos años atrás, por una mujer vidente que leía las manos en una plaza en Ibiza. Yo entonces me reía de la vida. Me sobraba energía y me sentía capaz de todo. Ella me dijo » morirás a la misma edad que tu padre», esa frase resbaló en mí, pues mi padre era un hombre joven y a mi la muerte no me asustaba: yo era una joven llena de vida.

Pero sucedió que mi padre murió con 56 años, inesperadamente, por una mala praxis clínica. Y yo, con esa misma edad, también perdí la vida. Con gran sorpresa vino a mi memoria las palabras de aquella vidente.

De manera desgarradora, se vaciaron mi alma y mi espíritu, tal fue el desengaño y la pérdida total de mi ánimo, por culpa del amor. No se trataba de una muerte física pero sí hablaba de que era preciso un RENACER.

Con el tiempo que todo lo cura, la capacidad de reflexión me llevó a entender que todas las cosas que forman tu historia, tienen un propósito; nada es casualidad. Mi perspectiva de la vida dio un salto grande y eso supuso que en vez de quedar atrapada en la miseria del lamento y funcionar desde esa carga, el dolor se convirtió en combustible para seguir adelante con más fuerza todavía.

Aprendí a ALINEAR todos mis centros energéticos y emocionales para que mi Esencia pudiese viajar libremente y sin esfuerzo, llegar a ser observadora de todas mis experiencias, llevándole Luz para disolver el dolor y el apego.

Aprendí a DESCONECTAR del pasado, para que no me limite ni me condicione. Terminar con el sentimiento de culpa y dejar de castigarme con que podría haberlo hecho mejor. Cometí errores, lo acepto y los acepto como parte de mi enseñanza y crecimiento.

El presente quita peso al pasado. El pasado hace posible un mejor presente.