
Me vino como un regalo inesperado el hacerme maestra de REIKI, no fue nada planeado… me explosionó dentro en la Mente y en el corazón. Fue un preciado presente del Universo. Descubrí que somos energía. Y fue entonces que pude entender sin necesidad de la Mente, y pude hacer la conexión con la divinidad.
¡Qué maravilla, poder experimentar que Dios está dentro de mi y de todos, y de todo ser vivo. También fue entonces que sentí viva la Madre Tierra y sus bendiciones.
Reiki enseña a través de tres iniciaciones con una transmisión de energía cósmica, en tres niveles. En el primer nivel se trabaja el cuerpo físico, con ayuda de la energía transmitida y la práctica de equilibrar los siete chakras principales, En el segundo nivel se trabaja el cuerpo mental y emocional, y en el tercer nivel se trabaja el cuerpo espiritual. Después, si quieres enseñar a los demás, haces la maestría. Con esta purificación y equilibrio de los centros energéticos, consigues hacerte con el Poder de la intuición y de la intención, primeramente con la intención de sanarte a ti mismo …
Son más de veinte años en los que he iniciado a muchísimas personas en este Camino de vida que jamás planeé ni imaginé que existiese como posibilidad. Me llevó años aceptarme como Canal de sanación de la energía universal del Amos Incondicional. ¡Demasiado fuerte, serio, complejo, misterioso y fantástico! … y desde mi intención de ser completamente honesta, tenía miedo a creerme capaz de tamaña tarea y responsabilidad.
¿Siento yo acaso Amor Incondicional como para transmitirlo a otros? ¿Acaso sé lo que es amor incondicional? Con el tiempo entendí que sólo soy un instrumento de la Divinidad, como Canal. al servicio del Bien común. Esa es mi misión de vida, Siento el apoyo y bendición de mis ángeles custodios.
Desapareció el peso de las obligaciones y las apariencias a guardar. Desapareció el disimulo y el tener que fingir lo que no sentía para no escandalizar a los demás.
Qué cansancio y desgaste energético ocasiona la hipocresía. Me juré a mi misma no volver a decir ni la más pequeña mentira, a nadie ni por nada. Y esta práctica la recomiendo porque resulta totalmente liberadora. Hay que estar muy atento al principio, porque habrá que rectificar los disparates que uno puede llegar a decir y hacer por no ser «pillado en falta«.
