La risa sabia

Habíamos quedado con la intención de desahogarnos echando pestes de un tipo que conocíamos y nos había utilizado y engañado a las dos. Pero ya estando juntas solo hicimos que reír y reír, antes de que nos pusiésemos hablar.

Como dos chiquillas traviesas que saben van a hacer algo mal hecho pero les entra la risa. Y eso que de verdad sentíamos una tremenda rabia por esa tercera persona…

El caso es que nos mirábamos a los ojos y brotaba la risa; risa divertida, risa de placer, risa sana. Nos dimos cuenta de que no valía la pena malgastar el tiempo en quejas. No valía la pena hablar mal de nadie.

Verdaderamente la risa sana los corazones.

¡Y sentíamos nuestra vibración crecer! Entramos en un estado de pura alegría.

Ay que de risas. Linda tarde. Fue la mejor opción.