
Si no hay Conciencia no hay Dios. Si no somos conscientes de Dios, si no lo sentimos en la Naturaleza, si no lo vemos en la noche estrellada, si no lo percibimos en nuestro interior, entonces nuestra existencia está vacía.
Cuando hay Conciencia, entonces el conocimiento y la intuición brotan del Ser sin esfuerzo. Y es nuestra Conciencia -cuanto más se expande e inclusive logra desdoblarse- cuando se abre un entendimiento directo hacia nuestro corazón que nos hace saber que nosotros, como Conciencia, estamos ligados a la Conciencia divina que llamamos DIOS.
La Mente, con su lógica y su limitada percepción, es incapaz de experimentar la grandiosidad de Dios porque lo cuestiona, lo convierte en un dios personal a su servicio, dice amarlo pero es por sus propios intereses, le reza sólo para pedirle o quejarse … no, eso no es Dios.
El Templo de nuestro Corazón es el lugar sagrado para acoger al Puro Amor Incondicional que es Dios y poder nuestros sentidos más allá para poder visionarlo, escucharlo, percibirlo, y sentir Su cercanía,
No estamos solos. Juntamos las manos a la altura del corazón y damos las gracias.
