
Imagina por un momento que tu estado mental está en calma. Te sientes profundamente relajado y das un largo y lento suspiro de alivio placentero.
Imagina por un momento que tu mirada está fija en el horizonte pero sin ningún pensamiento. En total estado de contemplación.
Imagina por un momento que ni siquiera sientes tu cuerpo físico y que es la Luz de tu transparencia la que ilumina el lugar. Tu cuerpo vibra y te sientes vivo.
Esta es la paz que has creado por sólo estar observando sin hacer juicio alguno. Tu respiración está en perfecta sincronicidad con la naturaleza, en un mismo palpitar.
El Alma estuvo desconectada del corazón pero ahora que has entrado en una dimensión espiritual, tu estado es el del Amor incondicional. Ahora experimentas el sentido de unidad y fusión con el Todo.
Ser conscientes de nuestra propia Alma nos brinda autenticidad e integridad.
