Cuando nuestra mente es débil tomamos decisiones erróneas. La mente es débil cuando no se ha desarrollado su capacidad de pensar. Cuando no ha aprendido a discernir. Cuando ni siquiera sabe qué es y para qué está.
Tenemos miles de pensamientos pero pululan desordenadamente en nuestra cabeza. Son información sin procesar. Son ideas sin forma que no hemos terminado de gestar. Son sensaciones y sentimientos que han entrado en nuestra mente que, al no dedicarles tiempo para experimentarlas pausadamente e integrarlas- se acumulan en nosotros creando tensión, intranquilidad o desasosiego, porque todos esos pensamientos y sentimientos son energías que bullen y se agitan en nuestro interior creando cansancio, agotamiento mental, aturdimiento, etc.
Y la vida se va consumiendo únicamente impulsada desde el exterior, siendo los demás y la sociedad quienes la dirigen. La creencia firme a la que he hemos llegado es que debemos TENER y HACER para luego, en el futuro, ser felices y cumplir con nuestros deseos… ya seremos…
La seguridad está fuera: tener. La felicidad está fuera: tener. La estabilidad, el éxito, todo lo que queramos está fuera y de alguna manera hay que comprarlo, poseerlo… hasta nuestra salud y bienestar dependen del exterior; nos ponemos en manos del médico y de fármacos de forma pasiva e irresponsable… que nos la den. Encima la exigimos.
La mente desarrollada, está a nuestro servicio. Es dócil, atenta, alerta, calma, clara, intuitiva. Así que nuestra vida es predecible y estable, nos sentimos llenos de paz interior. Mantenemos nuestra vida al día; ningún problema queda por resolver y las cosas que nos llegan que no tienen solución, las aceptamos y nos adaptamos a ellas con nuestra mejor disposición.
Cuando nos hemos dedicado a desarrollar la mente, desde la reflexión, la meditación, la observación de nosotros mismos, ampliando así, cada vez más, la Conciencia, entonces ésta se sintoniza con la Conciencia Suprema. Es ahora cuando nuestra mente, cuerpo
y corazón están armonizados y podemos dirigir nuestra vida acorde a nuestra naturaleza. En perfecta armonía con el Universo.
Hay que ir adentro. Vivir de dentro hacia fuera. Reconfortarnos en el Silencio interior. Poner cada día la mente en orden, limpiarla de todo pensamiento inútil y perjudicial. Entonces sí nuestra vida toma sentido y nos sentimos libres para dirigirla íntegramente.

