Al infierno

niña agachada aburridaLa primera vez que mi mente quedó paralizada en pánico fue cuando yo siendo niña, una compañera de clase me gritó  «irás al infierno», sencillamente porque yo no era católica. Por supuesto, yo no sabía qué era el infierno, pero había escuchado que era un lugar donde la gente era quemada viva en llamaradas enormes de fuego.   Ante una maldad tan ruin como esa, no tuve argumentos ni explicaciones durante mi niñez.

Ser «distinta» a los demás. Ser «etiquetada», menospreciada, juzgada, apartada, es algo que me ha ocurrido muchas veces, por diferentes causas. Y me di cuenta más tarde, que da igual en lo que te diferencies; por ser delgada o gorda, llevar gafas, ser  pecosa,  fea o demasiado guapa, demasiado lista o tonta, …

Cómo te perciben los demás, que les resulta molesto, provocativo, incómodo, si eres diferente … No se te permite sobresalir; tienes que estar uniformada como los demás. No se permite ir por libre.

Todavía hoy en día surgen  situaciones en las que otro te quiere corregir tu forma de vida y de pensar … y hablo ya en general, pues  esto le ocurre a muchas personas que intentan seguir su naturaleza y vivir desde su ser. Si es con la pareja, te intenta someter a que seas como ella cree es mejor; que te amoldes a sus creencias y gustos. Si es con las amigas y amigos, con los parientes, en fin, la gente cercana, surgirá en algún momento el consejo o la crítica, la advertencia – y en última instancia la amenaza- de que irás al fuego si no actúas como ellos creen es la verdad.

Te llegan a hacer dudar de tus propias convicciones, … agradeces en tu interior la removida mental que ha causado tamaño bombardeo «¡Decídete, es tu última oportunidad de ser feliz!» es como decirte «irás al infierno». ¡Qué ansiedad!…

Y entonces, vuelvo a mí, respiro hondo, ¿de verdad me estoy engañando a mi misma, creyéndome ser quien no soy? ¿De verdad soy tan ingrata por no seguir los consejos de la gente que me quiere?

Respiro hondo … consigo volver a mi paz interior …  el infierno está en las mentes de los que condenan. No me identifico con ellos ni con sus creencias. Respiro hondo y conecto con mi corazón y mi alma.

 

 

 

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